“Riesgos y desamparos en las infancias y adolescencias: ¿Qué retos para los profesionales?”, es el título de las últimas Jornadas de la fundación 9 Barris donde celebran 25 años de trabajo. Tuve el placer de participar y quiero compartir algunas reflexiones.
Reflexiones ligadas al polémico documental: “Desamparados. El dolor”, el día 22 de Mayo en “Sense Ficció”. Se afirma que “lo peor que le puede pasar a una familia es que le quiten a sus hijos, a sus hijas”.
Los niños y niñas llevan en el cuerpo la decisión de la separación, una difícil decisión tomada por profesionales, cierto. Lo que también llevan grabado en el cuerpo es todo lo anterior a la decisión, toda la historia familiar marcada por graves dificultades. Esa segunda marca en el documental está silenciada. Con esto no quiero decir que no se deba reflexionar sobre el sistema y funcionamiento de los equipos de protección a la infancia, que también tienen historia, dificultades y “protocolos” a revisar.
La historia familiar la llevamos grabada en el cuerpo, y cuando somos niños, niñas y adolescentes, como no podemos narrarla (cuanto más traumática sea más dificultad tendremos para poner palabras), aparece en el cuerpo y es el cuerpo quien habla. Nos habla, no porque lo interpretemos, sino porque lo acogemos. Acogemos con corazón, cuerpo y alma al niño, niña, adolescente que tenemos a nuestro lado.
La filósofa Marina Garcès aportaba las siguientes reflexiones: actualmente, la vulnerabilidad, “poblaciones vulnerables” se ha convertido en categoría. Como si fuera malo ser vulnerable, necesitar de otro: todos somos vulnerables e interdependientes. Como concepto opuesto a la capacidad de vida, resistencia. Comenta que le preocupa, ya que parece colocarnos en la posibilidad de ser heridos/as (pasivamente) y la necesidad de protección y a la vez de ser agresores/as.
Jacques Rancière afirma: “La igualdad de las inteligencias, capacidades, es la premisa ética, política, pedagógica, sólo desde ahí haremos recorridos diversos”. La propuesta es: a partir de la igualdad construir la reciprocidad y ayuda mutua, en lugar de categorizar a colectivos vulnerables.
También habla de la cultura de la seguridad y la efectividad (el tecnológico), del “solucionismo”. Donde la relación con el problemático se evita. O tengo LA solución o NO LA tengo. Debemos ocuparnos, en cambio, de los problemas que requieren soluciones pensadas, con tiempo, inciertas y sostenernos en este lugar.
“En toda piscina llena está la amenaza de una piscina vacía”, la vida es un riesgo. Ponerse en riesgo es parte de la etapa de la adolescencia. El riesgo se da como un ritual iniciático en el derecho de ser adultos.
El primer riesgo que podemos caer los profesionales, padres, madres, tutores/as que acompañamos a los adolescentes, y los/las mismos/as adolescentes es hablar desde la certeza. No hay certezas absolutas. Crecer conlleva un riesgo. Cabe preguntarse qué causa los riesgos en cada adolescente concreto y en la época actual.
En referencia a la época actual podemos hablar de los siguientes riesgos: una sociedad individualista, solitaria y en la que hay incertidumbre y falta de referentes, una época sin otro. Se ha perdido lo de: “Yo de mayor haré como mi abuelo…”. La soledad, la urgencia y menos tiempo para las palabras y la presencia real, junto a una gran sobre exigencia son también riesgos que colocan a los adolescentes y a las adolescentes en lugares complejos. A cambio, necesitan tiempo de presencia, veracidad, espacios para la palabra, la contención, la expresión, sentirse reales, escuchados y escuchadas. Que les acompañemos a hacerse responsables de sus vidas, les AMPAREMOS, no que los controlemos.
En un grupo de trabajo con profesionales, los/las mismos/as adolescentes cuestionaron el título: “Adolescencias en riesgo” y propusieron “Riesgos en las adolescencias”, poniendo el peso en posibles situaciones de riesgo y no en sujetos en riesgo . Lo encuentro interesante y más saludable.
Dedico este escrito a Soledad Calle, compañera de Quantum. Felicidades Sole en ese día de tu cumpleaños tan especial. Un abrazo muy fuerte con mucho cariño. Almudena.