¡Hoy me he equivocado! Mientras estaba cogiendo mi coche que estaba aparcado en la zona verde, me llamó una amiga. Me comentaba que no era necesario que cogiera mi coche porque podía coger el coche de su hermano. En ese momento, he sentido rabia porque sólo hacía dos minutos que había sacado el coche del aparcamiento sin necesidad y estaba seguro de que me costaría mucho encontrar aparcamiento de nuevo tal y como está la zona verde del Eixample de Barcelona. Grrrr… ¡he sentido! Me ha explicado que no había logrado hablar con su hermano hasta entonces y, por ese motivo, no me había llamado. Cuando hemos terminado la llamada, le he culpado de mi rabia y yo me he librado de cualquier responsabilidad, ya que, si me hubiera llamado dos minutos antes, podría haber dejado mi coche aparcado. Seguidamente, he pensado en esa rabia. ¿Cómo me había enfadado tanto aparte de la injusticia que supone que me avisara con tan poco tiempo que ya no necesitaba el coche? ¿Cómo es que le estaba culpando tanto de mi rabia? La conclusión a la que he podido llegar es que había aceptado la idea de coger mi coche sin estar convencido, por lo que había dicho que sí cuando realmente quería decir que no. Por tanto, el error ha sido no utilizar la palabra NO en el momento adecuado.
Por tanto, ¿qué es un error? ¿Cómo vivo mis errores? ¿Qué pienso de mí cuando me equivoco? ¿Cómo me siento? ¿Cuánto tiempo dedico a sentirme mal por haber cometido un error? ¿Qué puedo aprender de mis errores? Según el diccionario de la lengua castellana, se entiende el error como abatimiento, humillación, carencia de orden, confusión, etc. A partir de esta definición, se puede llegar a la conclusión de que existen muchas sensaciones negativas.
Por tanto, ¿qué tiene de positivo un error?
Cuando una persona se equivoca, aparece un sentimiento desagradable, puesto que no esperaba esta decepción. De todas formas, los errores son una fuente de aprendizaje. Lo importante es asumir la actitud más idónea para obtener un aprendizaje porque éste no llega por sí solo. Es necesaria una actitud de escucha, comprensión y reflexión. Basta con mirar atrás y recordar algunos errores históricos como, por ejemplo, el descubrimiento casual de la penicilina por parte de Alexander Fleming o el descubrimiento de los cereales Kellogg’s por parte de los hermanos Kellog.
Hay que tener en cuenta que toda persona tiene derecho a equivocarse. Pretender ser una persona perfecta es un entretenimiento erróneo que conduce a sentimientos de fracaso, frustración e impotencia. El error es un recordatorio de que los superhéroes son siempre personajes de ficción. Por tanto, la solución implica reconvertir el error en una oportunidad para el cambio y la reflexión. ¿Cómo hacer esta reconversión? Te propongo un pequeño ejercicio: piensa en cinco errores que hayas vivido a lo largo del 2012. Cuando los hayas detectado, escríbelos en una hoja describiendo las situaciones, las personas implicadas, las emociones que aparecieron, lo que pensaste de ti, … y, posteriormente, contesta a la siguiente pregunta: ¿Qué he aprendido de estos errores? Si tienes dificultades en detectar algo que hayas aprendido de este error, observa en la oportunidad que puedes tener de aprendizaje. ¿Qué puedo aprender de ese error?
Una persona aprende más de sus fracasos que de sus logros. Un método de aprendizaje se llama ensayo y error.
Apúntate esta frase cada vez que experimentes un error: No dejo de equivocarme porque no dejo de aprender
Además, si no has aprendido en estos momentos, la vida seguirá regalándote todas las oportunidades necesarias para aprender más adelante. ¡Ya lo verás!