A nuestra sociedad hay cada vez más incertidumbres, la velocidad de los cambios se acelera y la forma que adoptan las organizaciones se transforma al ritmo de conceptos como por ejemplo diversidad, globalización, relaciones virtuales, descentralización, deslocalización.
El paradigma basado en la desconfianza hacia las personas, concebidas como indolentes, perezosas, sin iniciativa, sin responsabilidad y a las que le gusta ser dirigidas y que se los digan qué tienen que hacer parece poco adaptativo para el momento actual.
La gestión por confianza no significa ausencia de mecanismos de control, sino que implica un esfuerzo para conocer al otro y saber si es digno de confianza y lo puede continuar siendo.
La confianza no es una cuestión abstracta, o de bondad, se genera cuando se cumplen las promesas y se llama la propia verdad sin mantener una agenda oculta. Una promesa siempre comporta una incertidumbre, un riesgo. La confianza no se puede pedir ni exigir, es un valor que se inspira o no.
La confianza es una condición porque sean posibles las relaciones y las transacciones entre las personas, en las relaciones personales y también en los nuevos escenarios a los cuales se afrontan las organizaciones.
La confianza facilita la coordinación, la creatividad y la innovación dado que permite la experimentación
En un contexto sin confianza la delegación es prácticamente inexistente, los miedos suben de nivel, impidiendo el pensamiento y adoptando actitudes defensivas que pueden llegar a paralizar la organización.
En el Foro Económico Mundial del año 2006 se presentó un estudio en el que se evaluaba el grado de confianza en 14 países. La encuesta muestra que la confianza en las instituciones (ONG, empresas grandes locales, multinacionales, gobiernos nacionales) ha disminuido de forma significativa desde enero del 2004.
La pregunta es inevitable, es posible confiar en un mundo cada vez más desconfiado? Estamos dispuestos a aceptar la vulnerabilidad que supone confiar? En las organizaciones, cuál es el punto de partida?
En la sociedad del conocimiento, el trabajo basado en conocimiento es cada vez más difícil de controlar, sin confianza no podemos transferir este saber
La confianza, el capital más valioso
En las organizaciones en las cuales es da transferencia de conocimiento y aprendizaje organizativo, la confianza es el valor integrador. Francis Fukuyama considera a la confianza como el capital social más importante, incluido el capital financiero.
En cualquier intercambio, entendido como un proceso en el que las personas e instituciones tratan de conseguir el que necesitan y desean para el mantenimiento y desarrollo de sus vidas, está presente la confianza. Esta tiene que ser consistente, constante, es muy fácil que se volatilice todo el patrimonio de confianza.
La desconfianza es un instinto básico de protección del individuo verso lo qué cambia o es incierto en su entorno, parece que necesitamos desconfiar para sobrevivir y por otro lado, necesitamos confiar para desarrollarnos. Seguramente, como casi siempre, será una cosa y la otra.
¿Qué factores están asociados a la confianza? El crédito en confianza se incrementa cuando desarrollamos: competencia, claridad, compromiso, cumplimiento, coherencia, confidencialidad, complicidad, correspondencia y conciencia.
