Los descuentos, las segundas rebajas, las promociones y los saldos no llegarán hasta el mes de julio; pero, de todos modos, existen otro tipo de descuentos que aparecen a lo largo de todo el año y que son psicológicos.
Según el Análisis Transaccional, un descuento es un hecho donde se ignora inconscientemente información relevante por la solución de un problema
Una persona se puede descontar a sí misma, los otros y la situación. No hacer nada ante una situación que requiere tú, sobreadaptarse, incapacitar la propia habilidad para solucionar un problema o reírse de algo grave son formas de expresar los descuentos. A continuación, te expongo cuatro ejemplos de descuentos de las vacaciones de este verano de Artur en Londres con su pareja Jordi para poder entender mejor este concepto tan interesante.
Arturo llega a la T1 del aeropuerto del Prat y empieza a hacer cola para facturar la maleta. Observa que su cola no avanza comparándola con las otras colas de la misma compañía. Le dice a Jordi: “¡Qué desastre de tío el que está facturando el equipaje!”. En este momento, Jordi se da cuenta que ha habido un problema con unos pasajeros que han llegado tarde y su vuelo ya está cerrado. No le dice nada. El descuento de Arturo va dirigido a otra persona sin observar qué está pasando realmente a la situación. Por otro lado, Jordi descuenta la capacidad de reconocer un error por parte de Arturo y, por este motivo, se mantiene en silencio.
Cuando llegan al hotel, Arturo se da cuenta que los del hotel se han equivocado porque la habitación que los están ofreciendo tiene dos camas en lugar de la cama de matrimonio que habían reservado por Internet; pero, no le importa dormir en dos camas y, incluso, dice: “Esto puede servir para cambiar la rutina”. A pesar de reconocer la existencia del estímulo, el descuento está relacionado con que el estímulo representa un problema porque, en estos momentos, la pareja precisamente necesita intimidad sexual.
Arturo está haciendo cola para entrar a la exposición de Rubens a la Nacional Gallery de Londres. A la taquilla, observa que hay un descuento en el precio de la entrada como estudiante que podría pedir. De todos modos, no se ve capaz de pedir el descuento porque no se siente cómodo hablante inglés y le pide a Jordi que le libre su carné de estudiante. Jordi acepta la propuesta de Arturo. Este descuento es hacia sí mismo a través del mensaje: “No soy capaz de hablar en inglés bastante bien para pedir un descuento”. Una buena manera de buscar más opciones podría haber sido preguntar a Jordi como se pide el descuento del carné de estudiante en inglés.
Al salir del museo, Arturo descubre una tienda de cookies y no puede evitar la tentación de comprarse un par de galletas para la merienda. Entra en la tienda y señala con el dedo lo que quiere a la dependienta y, después de haber pagado, observa que le han devuelto mal el cambio de las libras. “Qué ajetreo con esto del cambio de moneda… no entiendo por qué estos ingleses no se han cambiado al euro… no hay quién se aclare… *jejeje?!”, le dice riendo a Jordi mientras se está comiendo una cookie. El descuento que encontramos en este ejemplo está relacionado con la incongruencia entre la risa de Arturo y el error de la dependienta que no ha visto. También se le conoce como la risa del colgado/da porque Arturo rie mientras está explicando un error. Además, como Jordi se ha reído, esto significa que ha aceptado la invitación no verbal reforzando el mando de guión de “no lo hagas”.
Espero que este artículo te permita reflexionar y, sobre todo, darte cuenta del tipo de descuentos que utilices en tu vida diaria: uno/a mismo/a, los otros y/o la situación.