Ahora que estamos en verano, cuando llegan las vacaciones, solemos decir: ¡qué ganas de desconectar! El lenguaje tecnológico vuelve a estar presente y podemos preguntarnos: ¿de qué queremos desconectar? ¿Qué significa conectarse o desconectarse? ¿Estamos cansados de nuestra vida cotidiana? ¿Con qué nos conectamos?
La temática puede suponer un reto: reflexionar sobre nuestra relación con la red social hacia la virtual. Cuánto tiempo paso al día conectada o conectado a mi teléfono móvil, Facebook, Instagram, Whatsapp, y cuánto en silencio, observando la casa, mi ciudad, la gente que amo, el proyecto que me apasiona…
Porque lo que realmente nos hace felices es el contacto conmigo mismo, con personas importantes y con el entorno.
La antropóloga Amber Case esta especializa en el efecto de las tecnologías en las personas y comenta cómo por la mañana muchas personas miran primero sus teléfonos móviles que a su pareja o a la persona con la que vivan. Y como se está substituyendo la red social por la virtual, se está dando lugar a la falta o dificultad de reflexión y la dificultad de estar presente.
Y veo las redes virtuales, las nuevas tecnologías, como un enemigo peligroso de la soledad alegre. La buena soledad que nos permite conocernos, crecer, darnos espacio para pensar, sentir, actuar conscientemente. ¡¡Porque con tanto estímulo tecnológico es muy difícil conectar con el interior!!
Me entristece ver a adolescentes pegados a sus teléfonos, quemando su potencial creativo, retrasando su desarrollo y avanzando hacia el mundo adulto, perdiéndose en un momento tan complejo y rico de experiencias interiores y exteriores. Sin olvidar que hacer un buen uso de las nuevas tecnologías tiene sus aportaciones, es necesario limitar y limitarse en su uso. Los límites en la adolescencia vuelven a ser fundamentales.
Porque es fácil convertir los teléfonos móviles (llenos de distracciones) en un aliado contra la incertidumbre, la ansiedad, la duda, la soledad, la curiosidad y la creatividad. Es más fácil distraerse viendo pasar imágenes de la vida, instantáneas de la vida de los demás, perder el tiempo buscando la mejor foto de perfil, para sentir que estás muy guapa/o de alguien que quizás no hayas visto durante años y al que saludaste por «whatsapp» la última vez.
Las relaciones se enfrían entre tantas redes virtuales donde la siguiente está lejos y lejos quizás más lejos. Dicen que hay un hilo imaginario que nos conecta con las personas que amamos y nos aman: ¡cuidemos de que no se rompa con tanta interferencia tecnológica!
¡¡Te invito a pasar parte del verano pensando en tu conexión-desconexión!!