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ADICCIÓN: ¿ENFERMEDAD O VICIO?

Joana acaba de quedarse sin trabajo porque no le han renovado el contrato. Ha tenido problemas de pareja con su marido desde que descubrió una infidelidad en su móvil. Llevan más de dos años buscando un embarazo y no lo logran. Su padre acaba de sufrir un accidente y está muy demandante a pesar de tener un cuidador todas las mañanas. Se siente desbordada emocionalmente con todo lo que está viviendo y cada vez está bebiendo más de lo que era habitual. Una amiga le ha dicho que, cada vez que han quedado, ha necesitado acompañarla a casa como consecuencia del alcohol… le ha recomendado que solicite ayuda.

Joana tiene una adicción al alcohol, es decir, estamos hablando de una adicción a una sustancia de la misma forma que podría ser con la cocaína, el tabaco, las drogas de síntesis o la heroína. También existen adicciones llamadas <sin sustancia> que se refieren a las compras, teléfono móvil, videojuegos, sexo, juego o trabajo. Haya sustancia o no, lo más importante es comprender que deben reunirse tres características para considerar un comportamiento como adictivo:

  1. No puedo dejar de hacerlo aunque quiera. La necesidad de consumir la sustancia o realizar la actividad se convierte en un pensamiento obsesivo que invade al individuo e, incluso, interfiere en sus actividades cotidianas.
  2. Si dejo de hacerlo no hay quien me aguante. Aparece el síndrome de abstinencia en forma de ansiedad, dificultad para dormir, sudoración, vómitos y/o irritabilidad cuando dejo de tomar la sustancia o realizar esta actividad.
  3. Necesito consumir más dosis o hacerlo más veces para que tenga el mismo efecto. La tolerancia disminuye y, por eso, necesito aumentar la dosis para obtener los mismos efectos porque mi cuerpo se ha habituado a la sustancia y a los efectos sobre el funcionamiento del cerebro.

Si además de estas tres características, la persona está abandonando progresivamente intereses ajenos a su conducta adicta y, al mismo tiempo, le dedica cada vez más tiempo a pesar de percibir las consecuencias dañinas físicas, psicológicas y sociales que ocasiona su consumo durante un período de 12 meses, estamos ante una adicción. Esto explica cómo es posible que una persona esté más de 3 horas diarias jugando a videojuegos reduciendo sus horas de sueño o que una persona no conciba un fin de semana sin consumo de cocaína con su grupo de amistades.

Normalizar el consumo de drogas sin conciencia de sus efectos es un riesgo para la salud bio_psico_social

Ahora bien… ¿una adicción realmente es una enfermedad o un vicio? Hay una cierta tendencia a juzgar socialmente a una persona que sufre una adicción culpándola de su comportamiento como un acto voluntario y hedonista y, al mismo tiempo, haciéndola responsable de esta decisión sin tomar conciencia de que estamos hablando de un trastorno que necesita un soporte y un tratamiento adecuado por su favorable recuperación. En muchas ocasiones, aparecen ideas erróneas sobre este trastorno negando esta realidad haciendo referencia a que “sólo bebe un poco”, “lo dejaré cuando quiera” o “lo hago para pasármelo bien como hacen el resto” descontando la gravedad de la situación y los riesgos que comporta una adicción. Algunos de estos mitos son los siguientes:

  • Es adicto quien quiere serlo
  • Fumar porros es más sano que fumar tabaco
  • La timidez se vence con el alcohol
  • Dejar de fumar genera ansiedad
  • Estar mucho con el teléfono móvil significa ser adicto
  • Quien tiene una adicción es una persona peligrosa
  • La adicción al juego no es un trastorno mental

Nadie elige ser una persona adicta, el problema es que no puede dejar de ser adicto.

El comportamiento adictivo modifica el cerebro y secuestra la voluntad de la persona adicta, encadenándola. Por eso, es necesario revisar las ideas que contribuyen a generar un estigma personal, familiar y social ante las adicciones. ¿Qué has pensado mientras leías la historia de Juana? Sin darte cuenta, ¿le has culpado de su decisión de refugiarse en el alcohol? Es importante comprender que una persona adicta tiene dificultades al romper su comportamiento que le genera muchos problemas de aislamiento, económicos y familiares.

Sólo el 10% de las personas que toman drogas se vuelven adictos, sólo el 15% de personas consumidoras regulares de alcohol generan una adicción al alcohol y muchas abandonan la adicción cuando crecen, forman una familia o se esfuerzan en salir del círculo vicioso, según explica el psicólogo de Harvard Gene Heyman en su libro Addiction: en Disorder of Choice (2009).

La adicción es trastorno recuperable y tratable, por grave que sea, que necesita un compromiso por parte de la persona.

El primer paso consiste en reconocer que existe un problema que tiene su importancia y gravedad para poder pedir la adecuada ayuda profesional. El entorno juega un papel clave para apoyarlo en este proceso de recuperación hacia una vida más libre y sin esclavitud. El cerebro cambia gracias a la neuroplasticidad del aprendiz pues se puede reescribir de nuevo una vida libre de adicciones y llena de libertad.

Daniel Borrell Giró, psicólogo, terapeuta sexual y de pareja