– Bruno, ¿por qué no subes y ayudas a María a deshacer las maletas? – dijo la madre de Bruno.
– ¿Por qué voy a deshacer las maletas si sólo vamos a…?
– ¡Sube, Bruno, por favor! – le ordenó la madre, al parecer no había inconveniente en que ella le interrumpa a él, pero no funcionaba igual a la inversa.
– Estamos aquí, hemos llegado, este será nuestro hogar en el futuro inmediato y debemos poner al mal tiempo buena cara. ¿Me has entendido?
¿Hago lo que digo? ¿Pienso lo que siento? ¿Digo lo que pienso? En este fragmento de la novela El niño del pijama de rayas de John Boyne (2006), se observa la incoherencia de la madre de Bruno en la norma de interrumpir a las personas mientras están hablando. Él no puede interrumpir; pero, la madre sí. El protagonista no entiende cómo es que los adultos no hacen lo que le exigen a él.
¿Qué entendemos por coherencia? Una persona es coherente cuando hace lo que dice.
La coherencia es observable, objetiva, externa y 100% controlable. Por ejemplo, una persona se define como sensible a la protección del medio ambiente; pero, en cambio, descubrimos que no realiza la recogida selectiva en su casa. Esa persona no es coherente. ¿Y qué significa la congruencia? La congruencia está relacionada con el pensamiento y la emoción. El pensamiento puede controlarse en un 50%; sin embargo, las emociones no entienden el concepto de control. Se pueden regular pero no controlar.
La congruencia es interna y subjetiva.
Cuando una persona te cuenta que ha conseguido un nuevo trabajo después de meses de búsqueda, le expresas tu alegría; pero, tu comunicación no verbal expresa rabia porque te gustaría tener ese trabajo. En este caso, existe incongruencia entre las emociones y los pensamientos que se dicen.
En la consulta de psicoterapia, es frecuente que aparezcan situaciones que pongan de manifiesto la dificultad para ser una persona coherente y congruente. Esto nos da mucha información de lo que está pasando realmente por dentro cuando, por ejemplo, una persona quiere expresar alegría y no puede porque su rostro sólo muestra miedo o cuando una persona exige respeto a los demás y no se respeta a sí misma. La alineación de estos parámetros nos da un indicador de salud de la persona. Es necesario tomar conciencia de lo que pienso, siento, digo y hago para estar en armonía con uno/a mismo/a.