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TRAS LA PUERTA DEL SEXÓLOGO

Si la psicoterapia ya es considerada tabú para muchas personas debido a su relación con la enfermedad mental, la locura y estos problemas que tanto nos cuestan admitir, podemos asumir que a la terapia sexual se añade el miedo, la vergüenza y el secretismo al tratarse de un ámbito que culturalmente hemos etiquetado como sumamente íntimo y privado. Por eso mismo este artículo pretende explicar de forma sencilla y transparente los rincones que se esconden tras la puerta del terapeuta sexual:

¿Qué es?

Se trata de un tipo específico de psicoterapia en el que el foco principal es la sexualidad humana. Al igual que en otras especialidades terapéuticas, consiste en el asesoramiento que tiene como objetivo ayudar a las personas a cambiar una conducta, actitud, pensamiento o emoción respecto al sexo.

¿Para quién?

Los motivos de consulta pueden ser tan diversos y coloridos como personas hay en la calle, pero si quisiéramos resumir el tipo de demandas que llevan a alguien a la consulta de un sexólogo, los agruparíamos de la siguiente forma:

  • Los que buscan mejorar alguno de los aspectos de su vida sexual: comunicación, ejecución, seducción…
  • Los que quieren entenderse mejor a sí mismos: gustos, preferencias, orientación, identidad, etc.
  • Los que quieren superar una dificultad: existe algún problema que se quiere resolver en alguna de las fases de la respuesta sexual (Deseo, Excitación, Orgasmo y Satisfacción).

A la hora de la verdad, aunque se acuda por una vía u otra, en la práctica se suelen solapar y mezclar: no puede comprender a uno mejor sin hablar de dificultades o que surja el deseo de mejorar en otros ámbitos… Sin embargo, en esta última categoría encontraríamos todas aquellas dolencias clasificadas en los manuales diagnósticos como los trastornos o disfunciones sexuales: eyaculación precoz/retrasada, disfunción eréctil, deseo sexual hipoactivo, anorgasmia, dispareunia, vaginismo, parafilias, aversión al sexo…

¿Qué se hace?

El proceso se basa en entrevistas individuales o en pareja con el terapeuta sexual y un trabajo personal en casa que puede tratarse de tareas específicas o algunos entrenamientos adaptados a cada caso. Primero se reunirá información sobre el objetivo y problemas del paciente, normalmente se trata de una entrevista donde se piden datos de su vida e historia, aunque también pueden utilizarse baterías/tests o auto-registros. Con esta información se elabora un plan de acción donde se enseñan y ponen en práctica las técnicas específicas de probada eficacia en situaciones similares y adaptadas a la persona y caso particulares según el criterio del terapeuta. Algunos ejemplos son: la focalización sensorial, desensibilización sistemática, compresión basilar, prohibición del coito, ejercicios de Kegel, reestructuración cognitiva, apuntalamiento…

* Muy importante el vínculo terapéutico y seguimiento.

¿Qué NO es?

  • Un curso de técnicas sexuales “avanzadas” (kamasutra, sexo tántrico…)
  • Una reunión tuppersex (tienda de juguetes y lencería erótica)
  • Un entrenamiento in-situ o un asistente sexual: no se practica en presencia del terapeuta y éste no participa en el entrenamiento.
  • Terapia de pareja: no se centra en la relación de pareja ni es necesario tener una, se puede hacer de forma individual.
  • Una consulta médica: Primero se descartan causas orgánicas/biológicas

Consejos y Beneficios

Para sacar el mejor partido a la terapia sexual es recomendable:

  • Ponerse en manos de un experto formado y colegiado
  • Ser sincero y presentar voluntad de cambio
  • Practicar en casa (tareas y deberes)
  • Preguntar TODAS las dudas que surjan

La terapia sexual nos va a servir para aceptar mejor nuestro cuerpo, desarrollar expectativas realistas sobre el encuentro sexual, aprender sobre el placer, la confianza, liberarnos de prejuicios y deshacernos de sentimientos inapropiados: culpa, miedo, vergüenza.

Esteve Plandecursach

Psicólogo col. 21.691, terapeuta sexual y de pareja