¿TE CAES BIEN?

Imagínate la escena en la que quedas para cenar con alguien muy especial para ti. Visualiza cómo reaccionarías si la persona con la que te encuentras tiene tu misma apariencia física, tiene los mismos gustos al vestirse, la misma mirada, una sonrisa similar y gesticula de la misma manera que tú. Imagínate que estás delante de una persona que se dice de la misma manera que tú, tiene la misma profesión y que siente, piensa y actúa de una manera muy similar a la tuya. Ponte en la situación de estar con una persona que es como tú, ¿cómo te sentirías? ¿Qué sensaciones te llegarían? En muchas ocasiones, determinamos lamentablemente si una persona de nuestro entorno nos cae bien o mal; pero…

¿Alguna vez te has hecho esta pregunta? ¿Te gustas?

Esta pregunta nos conecta rápidamente con el grado de autoestima, ya que no es cierto que haya personas que no tengan autoestima. Todos/as tenemos autoestima, pero eso no significa que el nivel de autoestima sea el mismo para todos.  La autoestima es una pieza básica y central en el desarrollo óptimo de cualquier persona y, durante la adolescencia, puede ser una pieza difícil y, al mismo tiempo, esencial para encajar. Si tuviéramos que buscar una definición correcta, la autoestima no se trata solo en identificar nuestras propias cualidades positivas y negativas.

Una buena definición de autoestima es la aceptación de uno mismo

Para alcanzar la aceptación, es necesario seguir un camino que consta de tres elementos para lograr una buena autoestima:

  1. El autoconocimiento o, también conocido como autoconcepto, consiste en las percepciones, sentimientos, atribuciones e imágenes concernientes al propio individuo. El primer paso es conocerse porque, en muchas ocasiones, hay adolescentes que se juzgan a sí mismos sin saber realmente cómo son. Y eso no pasa solo en la adolescencia… Este autoconocimiento se basa en las relaciones con los demás y proviene de influencias con el entorno. La identidad del adolescente se modifica significativamente por los cambios físicos y psicológicos de la pubertad. Aquí os dejamos con este cortometraje de animación titulado ORMIE que explica todas las opciones que se plantean para lograr su reto.
  2. La autovaloración es la valoración de las propias capacidades y logros, es decir, el valor que se da a lo que es propio. En esta segunda parte del camino aparecen elementos subjetivos donde una persona es capaz de ver más atributos positivos que negativos, más negativos que positivos o de forma equilibrada. El problema puede aparecer cuando una persona adolescente ve más de los aspectos negativos en lugar de los aspectos positivos. La crítica interna de la personalidad ayuda a distorsionar el propio autoconcepto, haciéndolo confuso, distorsionado y, sobre todo, poco objetivo. Por esta razón, la historia de El Buda de Oro nos recuerda que las personas podemos ocultar inconscientemente nuestro oro interior y el reto es precisamente sacarlo a la luz.
  3. La autoaceptación es el tercer elemento del camino que muestra que se ha logrado una autovaloración saludable. Reconocer los propios errores, aceptar la crítica, disculparse o saber pedir son características de una persona que se acepta a sí misma. Cuando un adolescente no tiene un buen autoconcepto de sí mismo, tiene más dificultades para aceptarse a sí mismo y esto probablemente tendrá consecuencias en su entorno más cercano. En este vídeo basado en el cuento El cazo de Lorenzo (2010) escrito por Isabelle Carrier, aparece el personaje de Lorenzo que consigue integrar un aspecto de sí mismo que no ha sido capaz de aceptar hasta que una persona le ha dado una mano.

Aprovecho para desearte un camino hacia una buena autoestima llena de retos, obstáculos, oportunidades y dificultades con el objetivo de encontrar tu esencia y valorarte como algo único, especial e irrepetible lo que te hace la persona que eres.

Daniel Borrell Giró, psicólogo col. No. 12.866, terapeuta sexual y de pareja

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