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SISTEMAS DE REGULACIÓN EMOCIONAL, COMO SACARLES PARTIDO

Como es sabido, las personas necesitan poder regular adecuadamente las emociones para sentirse bien con ellas mismas y con los sujetos de su entorno. Quienes tienen una buena autorregulación emocional se sienten más tranquilos/as, seguros/as, felices, conectados/as consigo mismos/as y los demás, tienen umbrales más altos de dolor y soportan mejor el estrés.

Una manera de saber cómo regular el afecto es conociendo el funcionamiento del cerebro y, por ende, de las sensaciones físicas, las emociones y los comportamientos que se generan en la persona.

Pau Gilbert (2018) habla de tres sistemas principales de regulación de las emociones según la ciencia que, si bien están diseñados para realizar distintas funciones, también trabajan juntos y se equilibran entre sí. A continuación, presentamos dichos sistemas.

1. Sistema de amenaza y autoprotección

Su función es detectar amenazas, seleccionar y elegir la respuesta más adecuada para poner a salvo a la persona. El cerebro está diseñado para la supervivencia, y es a través de este sistema que el sujeto siente si está en peligro. En dicho caso, se produce una activación física que puede llevarlo a luchar, huir, someterse o quedarse paralizado según lo que este sistema interprete que sea lo óptimo para la seguridad de la persona en ese momento concreto. Asimismo, se activa si la persona ve amenazada la vida de alguien que quiere o que pertenece a su grupo de referencia.

Este sistema puede activarse ante una amenaza real o una fantasía de amenaza para la vida, como serían los pensamientos catastróficos, o en situaciones que generan estrés, como hablar en público o no poder pagar la hipoteca.

Algunas de las emociones y/o sensaciones que se puede sentir cuando se activa este sistema son: ansiedad, nerviosismo, miedo, enfado, cólera o asco.

El individuo entra en lo que se llama la “mentalidad de amenaza”, ya que la atención, el pensamiento, el comportamiento, las emociones y las fantasías están orientados hacia la amenaza, y su mente trabaja al servicio de la protección y la seguridad.

Frente a la percepción de amenaza, los sistemas cerebrales que se activan son la amígdala y el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA). Asimismo, aumentan los niveles de adrenalina y cortisol en sangre. Estas reacciones, por lo general, producen una activación rápida en el cuerpo que mueve a la persona a la acción, y con prioridad a cualquier otro sistema, lo que puede llevarla a salvar su vida o puede generarle dificultades.

La desactivación de este sistema es difícil, pero se puede conseguir gracias a la activación de los otros dos sistemas.

En una situación de conflicto social, es posible tener varios sentimientos al mismo tiempo, como ansiedad y enfado y/o ganas de llorar; o tener conductas de aproximación-evitación, como odiar el trabajo, pero mantenerse en él por la necesidad económica, y, por ende, sentirse atrapado/a.

2. El sistema de activación de búsqueda de incentivos y recursos

Este sistema origina que la persona se incline hacia la búsqueda de recursos necesarios para sobrevivir y prosperar. También se lo llama sistema de activación-emoción, ya que es un sistema activador y se basa en conseguir sentimientos positivos.

Cuando se logra aquello que se desea, se activan los circuitos de recompensa, el hipotálamo libera dopamina y se siente placer, sensación de calma y relajación.

Quien puede procurarse cosas agradables, como alimento, comodidades o sexo, se siente recompensado/a y motivado/a, puede sentir emoción y placer al conseguir el estatus y reconocimiento deseados.

En general, las emociones que se sienten son: excitabilidad, vitalidad y deseo de avanzar para conseguir algo.

Cuando este sistema está equilibrado con los otros dos, guía al individuo hacia objetivos vitales importantes. En cambio, es problemático cuando está desequilibrado, ya sea por bloqueos, hipoactivación o hiperactivación:

  • Si hay bloqueos en las metas y los deseos, estos se convierten en peligros, se activa el sistema de amenaza y sobrevienen la ansiedad, la ira y la frustración.
  • Una persona que tiene este sistema apagado puede sentir que no tiene motivación de logro, y que tiene poca capacidad para sentir los placeres de la vida y entusiasmarse. Esto es lo que sucede en los trastornos depresivos.
  • Cuando este sistema está sobreactivado, puede generar tanto adicción, compulsión u obsesión como agotamiento y estrés frente a la búsqueda constante de recompensa.
3. El sistema de comodidad, satisfacción y seguridad

Los seres humanos comparten este sistema con los otros mamíferos y, en especial, con los primates. Su activación permite sentirse seguro/a, confiado/a y contento/a cuando se está en relación con otras personas en las que se confía.

Este sistema tiene la capacidad de regular la amenaza o la hiperactivación/adicción de los sistemas antes explicados, porque la persona no necesita estar en alerta ni consiguiendo logros para ser aceptada, sino que siente segura y confiada frente al otro/a sólo por ser quien es. La persona se calma debido a la activación de hormonas, como la oxitocina o la progesterona, o a la liberación de opiáceos internos.

Cuando la gente está calmada, también puede sentirse satisfecha, es decir sin la necesidad de protegerse ni de perseguir metas, ya que esta satisfacción le genera una sensación de paz. Una manera de notar estas emociones es mediante la práctica de la meditación o la atención plena (mindfulness).

Este sistema también está relacionado con el afecto y la bondad, ya que el afecto y la amabilidad de los demás generan calma en las personas de todas las edades, puede ayudarlas a sentirse tranquilas y brindarles seguridad.

Asimismo, este tercer sistema, también llamado de calma y afiliación, opera mediante el sistema de oxitocina-opiáceos. En este sentido, hay evidencias de que la oxitocina se relaciona con el apoyo social. Ello se debe a que las relaciones sociales de cercanía y pertenencia tranquilizan a los sujetos de esas relaciones, mejoran sus umbrales de dolor, tienen efectos positivos sobre el sistema digestivo e inmunitario y disminuyen el estrés.

Es importante destacar que el sistema que se tiene más activo y durante más tiempo es el más fácil de estimular. Por tanto, para estar bien y regulados, es aconsejable estimular lo más que sea posible la capacidad de autorregulación.

Quienes entrenan el sistema de afiliación pueden estar más presentes, tranquilo/as y conectado/as.

Gonzalo Brito recuerda que el amor y la compasión se cultivan en tres direcciones, a saber: 1) de uno/a hacia los otro/as; 2) de los otro/as hacia uno/a; y 3) de uno/a hacia uno/a mismo/a.

Brito plantea la importancia de dejar fluir estas dos emociones en los tres sentidos, no solo orientar el cuidado, el amor y la compasión hacia los demás, sino también recibirlos de uno/a mismo/a y, así, cultivar la felicidad en la propia vida; y, por último, aprender a pedir y recibir ese amor y cuidado por parte de los/as demás.

Laura López Galarza

Col. 17148

Bibliografía

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