Desde que nacemos hasta el día de hoy hemos tenido que enfrentarnos a infinidad de cambios. De hecho, la vida no es estática y nos va llevando a situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación.
Irnos adaptando a los retos que se nos presentan a lo largo de la vida es lo que hace que vayamos aprendiendo y creciendo.
Algunos cambios ponen difícil que podamos seguir siendo los mismos o seguir haciendo las cosas como siempre hemos hecho. Son los que nos obligan a realizar cambios en nosotros.
También puede ocurrir que, aun viendo la necesidad de cambiar, no podamos hacerlo, como si hubiera alguna resistencia para realizar el cambio. Suelen ser situaciones en las que podemos experimentar más ansiedad o incluso angustia.
Esta resistencia a cambiar, a menudo inconsciente, puede deberse a varios motivos, los más frecuentes son los siguientes:
- Sentir miedo a lo que no conocemos ya la incertidumbre que supone no saber si podremos sentirnos seguros una vez ocurra el cambio.
- No comprender que el cambio es realmente necesario. A menudo pensamos que las cosas seguirán funcionando haciendo como siempre y que no es necesario cambiar.
- La disonancia cognitiva que supone tener que cuestionar alguna de nuestras creencias y cambiarla puede convertirse en un impedimento para realizar el cambio.
- Creer que no tenemos las habilidades necesarias para asumir la nueva situación que supondrá el cambio.
- No querer vivir la posibilidad de fracasar. El miedo al fracaso Implica querer evitar el sentimiento de culpabilidad y la posible imagen negativa que supondrá no poder adaptarnos al cambio.
- Dificultad de cambiar nuestros hábitos. Siempre hemos hecho las cosas de cierto modo y nos resulta difícil cambiar estos hábitos. Los hábitos es la forma que tiene nuestro cerebro de aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
LA MENTE ABIERTA
Una mente abierta nos ayuda a aceptar las nuevas situaciones y adaptarnos mejor a los cambios que se vayan produciendo en nuestra vida.
Ser capaces de mantener una mente abierta nos permite aprender cualquier situación que se nos presente y aprovechar la vida para madurar como personas.
A menudo somos nosotros mismos que nos convertimos en la principal resistencia para mantener una mentalidad abierta. Sin saberlo, solemos ser víctimas de nuestros patrones de pensamientos.
Así no nos permitimos concebir otras realidades más allá de la nuestra y tendemos a funcionar de la siguiente forma:
- Somos más analíticos con las ideas ajenas que con las nuestras.
- Tenemos tendencia a prestar atención a aquellas ideas que refuerzan las nuestras y no a aquellas contrarias.
- Obviamos aquellas realidades que ponen en duda nuestra visión del mundo.
- También obviamos aquellas ideas que pondrían en duda la visión que tenemos de nosotros mismos.
En cambio, la mente abierta se caracteriza por:
- Ser humilde y ser capaces de escuchar a los demás.
- No rechazar de entrada las nuevas ideas aunque contradigan las nuestras.
- Mantener viva la curiosidad, esto nos permitirá estar abiertos a nuevos puntos de vista, conocimientos y experiencias.
- La voluntad de probar cosas nuevas, ya que nos ayuda a abrirnos a otras
- perspectivas y aceptarlas como igualmente válidas.
Cuando los contemplamos con menta abierta, los cambios aparecen como oportunidades para mejorar como personas.
Sergi Palma
Psicòleg Col. Núm. 10621