«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional» Buda
En esta ocasión compartiré con vosotros los descubrimientos que la práctica de Mindfulness me ha dado para manejar las situaciones difíciles de forma saludable.
Todo ocurre en nuestra conciencia
- En primer lugar, la situación difícil no está fuera de la mente. Afuera ocurren cosas que la mente interpreta de una determinada manera, hay hechos que la mente ordena o desordena según el caso. Así diríamos, que el dolor forma parte de la existencia, por ejemplo, todos hemos sentido dolor en alguna parte del cuerpo, o hemos sentido dolor emocional. El sufrimiento es el que añade la mente a nuestro dolor, con la consecuencia de agravarlo. Pondremos un ejemplo cotidiano: imagináis que estoy cortando verduras con un cuchillo y en una distracción de un segundo me corto un dedo. Esto duele, es un hecho, y cuando pongo agua oxigenada en la herida, todavía duele más. Imagine ahora, que mi mente está en un estado de preocupación y empieza a generar pensamientos tipo “a ver si se me infecta, a mucha gente una infección le ha supuesto la pérdida de un miembro, mira que si me han de cortar el dedo…”. El corte en el dedo es el dolor, los pensamientos sobre lo que puede suponer esta herida es el sufrimiento. La vida es neutra, ocurren cosas y es la mente la que interpreta las situaciones. Ponerte a observar lo que ocurre en tu mente, sin juzgarla, como si fueras alguien que la investiga para comprenderla es un inicio para diferenciar el dolor del sufrimiento.
- En segundo lugar, yo no soy mis pensamientos. Estos son un producto de mi mente, pero no son “mi yo”, al igual que puedo sentir una determinada emoción y yo no soy esa emoción, o puedo sentir una tensión en una zona del cuerpo, pero no soy esa tensión. Identificarse con los pensamientos es una de las formas más fáciles y cotidianas de incrementar el sufrimiento. En psicoterapia le decimos a esto «defusión cognitiva«. La práctica de Mindfulness desvela esta experiencia, ya que puedo observar con curiosidad los pensamientos que genera mi mente como un relato, o una película en lugar de confundirlos con la realidad.
Cómo puede ayudarte la práctica de Mindfulness
- Si ya hemos conseguido estos dos pasos con nuestra práctica personal de Mindfulness, estamos en condiciones de hacer tres cosas con nuestro sufrimiento:
- Podemos desviar la atención de los pensamientos perturbadores a otra cosa, por ejemplo, centrar la atención en la respiración o en las sensaciones físicas del cuerpo en lugar de atender a los pensamientos. Este primer movimiento, mis pacientes, lo pueden realizar en dos o tres semanas de práctica. Evidentemente, sin la práctica diaria de Mindfulness, los pensamientos perturbadores llegan y capturan nuestra atención con lo que los incrementamos y con frecuencia quedamos atrapados. ¿Quién no ha tenido alguna preocupación sobre el futuro en la que nos hemos pasado horas, haciendo crecer nuestra preocupación hasta sentir la angustia en el cuerpo que ésta provoca? Si podemos identificar los pensamientos como fuente de la perturbación, podemos desviar la atención a otra cosa.
- Estos pensamientos perturbadores tienen un contenido, un relato, una forma de narrarse. Imagina que estoy preocupada porque mi hijo ha suspendido una asignatura, y estoy atrapada -es decir, le doy mi atención a estos pensamientos-, puedo estar diciendo cosas como “a ver si le va mal, quizá suspende el curso, y si no le va bien en los estudios, quizá sea un fracasado en la vida”. Con la práctica de la plena atención, puedo generar un relato diferente, una narración “menos preocupante”. Por ejemplo, de forma compasiva, puedo centrarme en lo que puedo hacer en esta situación, quizás contratar a una persona de refuerzo en esta asignatura, o ayudarle a estudiar de una forma más efectiva. El relato o la narración de mi mente cambia, reduciendo el sufrimiento. Este movimiento precisa de más tiempo de práctica, no porque sea más difícil sino porque estamos más apegados al pensamiento que hemos confundido con la existencia, pero muchas personas que han consultado, en un par de meses de práctica diaria y las sesiones de psicoterapia están en disposición de manejar “el relato interno”. Suelo explicar a mi alumnado que todo lo que pensamos es falso, es una historia. Hay buenas historias e historias muy malas -todas son igual de irreales- pero las segundas nos generan sufrimiento. Una paciente que atendí en un momento de luto por la muerte de su padre -que siempre implica dolor- decía que no podría vivir sin él -algo obviamente falso, ya que lo estaba haciendo- y que su vida no tenía sentido, una narración que añadía sufrimiento a su dolor por la pérdida de su padre. Las sesiones de psicoterapia y su práctica personal le permitieron vivir un proceso de duelo con aceptación de la pérdida y transformación personal, ya que reconstruyó otro sentido para su vida.
- Las emociones asociadas a nuestros pensamientos pueden ser otro punto de partida para reducir el sufrimiento. Si seguimos con el ejemplo de la preocupación por las notas del hijo, y observamos la emoción de ese estado mental, que no es otro que el miedo, podemos situarnos en otra emoción ya que todas las genera nuestra mente, si conectamos la atención con otro producto de ésta. Por ejemplo, podemos conectarnos con el agradecimiento, o con sentimientos compasivos. También la práctica nos permitirá darnos cuenta de la relación entre nuestras emociones y pensamientos y nuestra conducta. Y ver quién está al mando de nuestra vida. ¿Nuestro miedo o nosotros? ¿Nuestra rabia o nosotros?
Soledad Calle Fernández
Psicóloga Col. Nº. 13541
Directora del Postgrado en Mindfulness y Psicoterapia y del Máster en Intervenciones Basadas en Mindfulness de IL3-Universitat de Barcelona