Etapa de cambios
La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la edad adulta, y que viene acompañada de grandes cambios físicos, psicológicos y sociales.
Este momento de la vida se caracteriza por la crisis, el desconcierto y el desequilibrio.
Es habitual que el o la adolescente se sienta confundida, angustiada y extraña, con fuertes emociones, con ambivalencia y dolor. Muchas personas adolescentes no saben determinar ni expresar qué necesitan y qué les ocurre. Por eso es importante, la presencia no invasiva de las figuras materna y paterna, intentando comprender y aceptar los cambios que están sucediendo en la vida de su hijo o hija.
En el terreno psicológico, los cambios que experimentan están relacionados con la propia identidad, la relación con la familia y el entorno y con quienes quieren ser. Es un momento de una mayor afirmación en sus ideas y cuestionamiento del mundo de los adultos, especialmente el representante por los padres y el profesorado. En la búsqueda de la propia identidad, los adolescentes se mueven entre el impulso hacia la vida adulta y el abandono de los privilegios de la vida infantil. Este dilema, se expresa a menudo en forma de una independencia desafiante y una dependencia infantil de forma alterna y es una de las razones más frecuentes de discusión con los adultos de su entorno. Las personas adolescentes comienzan a pensar en su futuro, en lo que quieren hacer y conseguir, primero de una forma utópica y paulatinamente, más realista, dando respuesta a las preguntas de quién soy y quién quiero ser.
No todos los adolescentes viven estos procesos por igual, factores como su personalidad, sus experiencias, las características de su familia y del grupo al que pertenecen tendrán también su influencia.
No es una época fácil, ni para los propios adolescentes, ni para la familia ni para el profesorado.
En ocasiones, tanto los padres como el adolescente, pueden necesitar apoyo y orientación psicológica. A veces los padres se sienten sobrepasados y desbordados, o se perciben como ineficientes e impotentes, con dificultades para adaptarse al cambio de relación que les proponen sus hijos, más críticos y rebeldes. Es importante recordar, como madres y padres, las propias vivencias adolescentes y los conflictos que vivieron en ese momento. Puede que la o el adolescente se sienta demasiado confundido e incomprendido o necesite a alguien que no sea de la familia para poder hablar de sus cosas. En esta etapa, la separación con los padres es necesaria para poder individualizarse y a muchos les resulta complicado hablar de sus problemas con sus padres; esto puede resultar doloroso para el padre y la madre. De forma orientativa, podemos señalar una serie de indicadores para aclarar cuándo puede resultar necesario pedir ayuda psicológica:
• El estado de ánimo afecta negativamente al rendimiento escolar, familiar o social.
• Tiene episodios de ira y mal humor y cambios repentinos en el estado de ánimo.
• Baja autoestima, conductas autodestructivas.
• Alteraciones en los hábitos de alimentación y/o del sueño.
• Abandono de ciertas actividades, amistades o familiares, aislamiento, sentimientos de soledad, timidez, dificultad para incorporarse a grupos.
• Conflictos de relación con sus iguales.
• Cambios en el rendimiento escolar.
• Conductas adictivas en relación con el alcohol, las drogas, el sexo, el uso de internet.
• Conducta desafiante a los adultos.
• Dificultades importantes en la relación con la madre, el padre o ambos.
• Ideas persistentes sobre la muerte.
• Procesos de duelo en el entorno familiar que afectan al adolescente.
• Falta de habilidades sociales.
Con la psicoterapia se trabaja para que la o el adolescente tenga un espacio de reflexión sobre sí mismo, sus relaciones, sentimientos, conductas y pensamientos, que le ayude a definir la construcción de su identidad, de sus relaciones, y de su proyecto de futuro de forma positiva.