“El lenguaje es el vestido del pensamiento”
S. Johnson
Lo que decimos nos muestra, pone en evidencia quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo y con nosotros. El lenguaje llama a la experiencia, la construye, aunque no es la experiencia en sí misma. Lo que decimos y lo que no decimos, la forma en que lo decimos, la entonación, la calidad emocional, la postura que adopta nuestro cuerpo al hablar con el otro o cuando lo escuchamos.
¿De cuántas formas diferentes podemos decir una misma frase?
¿Con cuántos significados podemos expresar una frase corriente, como hoy hace un buen día?
¿Hablamos de forma personal o eliminamos al sujeto en nuestras frases?
¿Hablamos desde el “tú” o desde el “yo”?
La comunicación desde el “tú” responsabiliza al otro de nuestros pensamientos, emociones o conductas; le atribuimos la reacción de nuestro yo, eludiendo la posibilidad de elegir nuestra respuesta; la consecuencia es una pérdida de libertad y de poder, que delegamos en el otro.
¿Convertimos los verbos en sustantivos? ¿O al revés? Cuando hablamos desde el verbo, hablamos desde la acción o desde un proceso en desarrollo, mientras que su nombre es estático. Por ejemplo, puedo decir, tengo mala memoria, pero para saber realmente qué significa esto, puedo preguntarme qué información me cuesta memorizar y lo que hago para memorizarla.
Hay palabras como no se puede, o no es posible, o no debería, que implican límites gobernados por reglas no explicitadas: Soy así, no puedo cambiar; no deberías hablar con éstos. El no puedo puede tomarse como un estado de incompetencia sin posibilidad de cambio. Es muy diferente decir no puedo a no lo haré. En la última frase existe la posibilidad de elección. Los “debería” pueden limitar de forma importante nuestras opciones y comportamientos, además si utilizamos “deberías” en el nivel de capacidades se toma como un reproche o como una censura: deberías ser capaz de hacer algo, pero no puedes. Es una buena forma de atraer la culpabilidad, y de crear un vacío artificial entre las expectativas y la realidad. “Hauries” es a menudo una respuesta culpabilizadora de alguno que no admite su enfado ni sus expectativas y que no tiene ninguna responsabilidad sobre ellas.
¿Hablamos de una forma generalizada o específica? ¿Utilizamos palabras como todo, siempre, nunca, nadie, todo el mundo?
Richard Bandler cuenta la historia de una paciente que acudió a su consulta por un problema de falta de seguridad en sí misma. Él mismo le preguntó:
– ¿Ha tenido algún momento en su vida en el que se haya sentido segura de sí misma?
– No.
– ¿Quiere decir que nunca en su vida se ha sentido segura de sí misma?
– Exactamente.
– ¿Ni siquiera una vez?
– No
– ¿Está segura?
– ¡Absolutamente!