NUEVA TEMPORADA, NUEVOS OBJETIVOS

Marta se acaba de encontrar a su amigo Pau en el andén del metro y le ha explicado eufórico que acaba de encontrar una oferta para apuntarse a una academia de inglés en el barrio de Poble Nou. Como la oferta se acaba esta semana, le ha convencido de que se apunten juntos, así se pueden ver más porque, a partir del nacimiento de su hijo, no se ven demasiado. Ella le ha dicho que si y, de camino hacia el trabajo, ha leído un artículo en el diario “20 minutos” que habla de los buenos propósitos que no se cumplen y ahora tiene dudas…

Apuntarme al gimnasio, perder peso, ahorrar o realizar un máster son algunos de los típicos y tópicos propósitos que muchas veces escuchamos después de las vacaciones de verano y que, seguramente, muchos de nosotros también hemos dicho en más de una ocasión. El mes de septiembre es un momento que nos permite detenernos, reflexionar y valorar lo que funciona, lo que nos gustaría cambiar o conseguir. Por eso, hay muchas personas que aprovechan las vacaciones de verano para tomar más perspectiva y poder decidir qué metas quieren alcanzar a partir del otoño; en cambio, durante las vacaciones de Navidad, el tiempo de reflexión es más corto dificultando iniciar el nuevo año con la famosa lista. También sabemos que, en muchas ocasiones, estos propósitos no siempre llegan a su meta programada y se quedan en el camino. Incluso, hay personas que olvidan sus propósitos al cabo de unas semanas porque realmente no era lo que querían. Por tanto, ¿cómo podemos saber que un propósito se cumplirá? ¿Cómo transformar un propósito en realidad?

Un estudio de la Universidad de Scranton (Pensilvania) ha realizado un ranking de los propósitos más demandados que son perder peso, ser una persona más organizada, ahorrar, disfrutar de la vida y mantenerse en forma. El principal reto es conseguir transformar el buen propósito en un objetivo para evitar los riesgos de una mala planificación. ¿Por qué es importante ese paso? Porque la mayoría de los buenos propósitos no incitan a la acción y, como bien dice la expresión, se queda en una declaración de buenas intenciones.

El problema de los propósitos es que no suponen ningún compromiso y no son concretos en el espacio y el tiempo

Por tanto, no es lo mismo decir “quiero aprender a conducir” que “me sacaré el carné de conducir en seis meses”. En esta segunda afirmación, existe una referencia temporal, se puede valorar posteriormente si se ha alcanzado o no y se formula en positivo dejando muy clara cuál es la acción que se debe realizar.

El segundo aspecto a tener en cuenta es tener una actitud honesta hacia uno/a mismo/a y preguntarse si realmente es algo que deseo. Tal y como le ocurre a Marta, duda porque no tiene claro si es un deseo suyo. Claro que tiene ganas de compartir tiempo con su amigo Pau, pero el tiempo, compromiso y dedicación que le puede exigir matricularse en un curso de inglés es distinto. Es necesario investigar internamente si es un objetivo propio o es lo que hace todo el mundo.

Hay que ser consciente de quien soy teniendo en cuenta los puntos fuertes y débiles de cada uno para saber qué me va a ayudar a lograrlo y que me lo va a impedir.

Es interesante poder sacar provecho de las virtudes y cuidar de los boicots que dificultarán alcanzar el objetivo. Esta nueva temporada tengo el objetivo de seguir disfrutando de la lectura, tal y como lo he hecho este verano. Mi objetivo es leer una novela cada mes. 12 meses, ¡12 novelas!