¿Por qué me dejó y no luchó por la relación? – se pregunta al paciente en la sesión.
¿Qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes?
¿Y si en lugar de callarme hubiera hablado con mi hijo?»- me dice el paciente en la consulta.
Son hipótesis que no se pueden verificar, no podemos volver al pasado, hacer las cosas de otra manera, ver el resultado y compararlo con la situación actual. Es una especie de pensamiento irracional, de los muchos que tenemos a lo largo del día.El jefe piensa solo, y nuestra atención sigue al hilo de estos pensamientos sin sentido, aumentando el sufrimiento.
No quiero llorar», dice mientras llora.
¿Por qué soy tan tonta?, me pregunta en psicoterapia.
Pensamientos de juicio sobre lo que nos está pasando, que aumentan la incomodidad, porque lloramos y tampoco queremos llorar, porque nos criticamos a nosotros mismos en lugar de entendernos.
El juicio es falta de pensamiento, pensar mal es equivalente a no pensar. La comprensión implica un esfuerzo cognitivo: observar, describir, comprender. Criticar, es un esfuerzo menor; ¡ponemos una etiqueta que califica toda una situación o una persona y listo!
La mente nos hace pensar en cosas inútiles o elucubraciones poco constructivas.
Asignamos mucha energía y tiempo a pensamientos que creemos como si fueran realidad.
NO TE ENAMORES DE LO QUE PIENSAS, no es un hecho el pensamiento.
NO TE DIGAS QUE NO PIENSES EN ESO, solo podrás aumentar la fuerza de ese pensamiento.
Reflexionar sobre cuestiones de las que no podemos conocer su significado es ilógico, y sobre todo inútil.
«Si una persona recibe una flecha envenenada y esa persona se niega a quitarse la flecha antes de saber quién la lanzó, qué tipo de arco ha disparado y qué tipo de flecha es, morirá antes de saber todas estas cosas«. Esta historia, atribuida al Buda, ilustra cómo las personas se pierden en pensamientos y discusiones inútiles.
La forma de desactivar la fuerza de los pensamientos irracionales es el Mindfulness. Mira con curiosidad y sin engancharte con ellos, tus pensamientos, durante media hora. Siéntate con la espalda recta y los pies bien plantados en el suelo y observa el contenido de tu mente, con amabilidad y aceptación. ¡Seguro que te sorprenderás!