En ese instante todo está bien, pero si tu mente tiene una tendencia a la preocupación rápidamente puede encontrar un motivo para inquietarse. Quizás las cosas se complican en el trabajo y podrías tener problemas económicos, o podrías enfermar en cualquier momento y perder la salud, o que se produzca una catástrofe medioambiental. La mente tiene la capacidad extraordinaria de que se produzcan amenazas y peligros cuando menos lo esperas. La ansiedad hace acto de presencia y no requiere de un objeto o acontecimiento específico y aún así notamos cómo el cuerpo se tensiona y cuesta más respirar.
Uno de los pensamientos habituales de la mente preocupada es el pensamiento ¿Y SI sucede tal cosa? Este pensamiento representa un esfuerzo inútil de asegurar y controlar el futuro y nos lleva con velocidad a la mente angustiada y su repercusión en el cuerpo.
Los pensamientos ocasionales pueden repetirse hasta convertirse en habituales y los pensamientos habituales si se repiten se convierten en rasgos mentales. Desde esta perspectiva, la ansiedad es un intento de anticiparse al futuro y saber qué pasará a continuación. El problema es que se desconecta de lo que está pasando ahora y se empieza a experimentar una situación que es irreal, que puede que ocurra pero que ahora no está sucediendo. A menudo nos encontramos en una situación que no está pasando nada malo, pero nuestra mente empieza a analizar en busca de algún problema que captar.
Podemos observar el poder de la mente para pasar de un estado de relativa tranquilidad a un estado de angustia en un abrir y cerrar de ojos. La mente se inventa historias de forma automática, y la mente preocupada crea narraciones de miedo que vivimos como realidades. Pero es como si estuvieran en una película, con la diferencia de que no sabemos que es una película.
SENTIR ANSIEDAD ES VIVIR
Las personas nos enfrentamos constantemente a elementos desconocidos y a innumerables peligros y el intento de predecir las amenazas para buscar una alternativa forma parte de nuestro día a día. Pero conviene mantener clara la diferencia de lo que está sucediendo y que supone un riesgo de lo que podría ocurrir en un futuro cercano o lejano. La recreación de estas posibilidades nos amargan la vida y todo lo que habías imaginado no ocurre y finalmente aparece una situación que no habías contemplado.
Si practicamos la no identificación con el contenido de la mente, si nos sentamos a contemplar la narración del pensamiento como si fuéramos al cine, su poder de perturbarnos se reduciría de forma notable.
TÚ NO ERES LO QUE PIENSAS
Así, te invito a observar con amabilidad tus pensamientos y a mirarlos como un relato de tu mente, que no eres tú. Observa las narraciones de preocupación, peligro, amenaza que crea tu mente. La atención plena es un antídoto contra la ansiedad porque cuando me hago consciente de mi relato mental, éstos dejan de fijarse en mi mente.
La conciencia de la mente aversiva permite gestionar mejor las distorsiones que genera su relato. Puedes observar los pensamientos que van y vienen, como las olas del mar, o como una hoja que arrastra el agua.
La paradoja es que el intento de evitar el malestar anticipándonos a posibles peligros y amenazas genera un intenso malestar. Otra opción es observar con curiosidad el malestar, identificando los sentimientos, emociones y sensaciones que provocan en el cuerpo. Observar lo que ocurre en el cuerpo, dónde está la incomodidad, sin hacer nada más. Quizás enseguida notarás el impulso a eliminar el malestar. El impulso a actuar es distinto al sentimiento. Podemos permanecer en la observación, sin actuar, acogiendo y aceptando el malestar.
En la práctica de la atención plena no se trata de cambiar el contenido de la mente, los pensamientos, emociones y sensaciones, sino la relación que tienes con ellos, diferenciando los pensamientos de la realidad y sin identificarte con ellos.