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LA CORAZA SOCIAL

¿Qué imagen tienes de tu interior? Si piensas en tu ser emocional, ¿cómo te imaginas por dentro, dónde situarías tu parte más emocional? ¿De qué color es, dónde se concentra más la energía, tiene alguna forma? ¿Y por fuera?

Hoy vuelvo a la lectura del libro “Liberar las Corazas. Método de liberación de corazas en el corazón de nuestro cuerpo” de Marie Lise Labonté. (Ediciones Luciérnaga, 2001). Tuve el placer de conocer a Marie Lise y sin hablar el mismo idioma, me dijo unas palabras que nunca olvidaré, creo que pudo leer en mi cuerpo las palabras balsámicas que necesitaba oír. Todas las personas hablamos con nuestro cuerpo, más allá de lo que decimos y cómo actuamos, de lo que hacemos, de lo que decimos ser, hacer.

Existe la posibilidad de escuchar nuestro cuerpo y liberar dolores a través de este método de liberación de corazas y también a través de la diafreoterapia. Se trata de cuidar el cuerpo y el alma desde la escucha, el respeto, la conexión de todas nuestras partes y la conciencia de cómo un dolor de cabeza puede estar aguantando una emoción contenida de rabia o tristeza.

Marie Lise Labonté ha descrito y clasificado las corazas corporales en dos grupos por orden de creación: las de base (fundamental, desesperanza, mal querido, protección) y las de identificación (parental, pertenencia, narcisista y social).

Hoy quiero hablaros de la coraza más superficial que se forma, en general, a partir de los 30 años: la coraza social, descrita así por Marie Lise:

“Protegido por su coraza social, el cuerpo adaptado es vulgar, sin diferencia, parecido a todos los demás, la copia exacta de lo que vemos en todas partes. El propietario de este cuerpo no se distingue de la masa. Inconscientemente, busca asegurar que lo acepten”.

¿Tu vida la vas construyendo tú a partir de conocerte, pensarte, valorarte, amarte o más bien la vas construyendo a partir de los mandantes socialmente reconocidos por la masa? ¿Qué pesa más?

Si lo que domina es seguir los movimientos evolutivos de la masa y no te planteas preguntas, seguramente tienes una coraza social bastante desarrollada. Si damos por hecho que necesitamos encontrar un “buen trabajo”, casarnos, tener hijos/as, y tener los problemas comunes de los 30, 40, 50, o 60 años dando por hecho que todo lo que nos pasa es el hecho normal, querrá decir que vivimos con un cuerpo adaptado a lo preestablecido. Todos y todas queremos formar parte de la sociedad en la que vivimos, buscamos identificarnos socialmente. Tenemos la necesidad de adaptar nuestro cuerpo a la sociedad, a sus valores y creencias y a dar respuesta a lo que la sociedad espera de nosotros. Sentirnos socialmente adaptados nos da la sensación de comodidad, seguridad y adaptación. También puede llevarnos a conformarnos y a la ilusión de haber dado un sentido a la vida.

¿Realmente el sentido de la propia vida puede ser causado por lo que dicta la sociedad en la que vivimos o más bien debe venir de nuestro interior? ¿De nuestro auténtico ser y de nuestros deseos y necesidades?

En todo caso podemos revisar los aspectos que conllevan vivir adaptados socialmente: el miedo a arriesgarnos, la inseguridad, la necesidad de identificarnos y perdernos por este camino, la necesidad de que otro se responsabilice de nosotros mismos/as, de ser iguales y de someternos. ¿Cómo te resuenan en ti mismo/a estos conceptos?

La coraza social busca la realización social. Vamos buscando una identidad en el movimiento de la masa y la encontramos cuando nos dejamos asimilar. A veces, lo que nos encontramos es que estamos imitando, inconscientemente, la vida de nuestro padre o de nuestra madre.

Si es así, es importante hacer una parada en el camino para darnos la oportunidad de permitirnos definir nuestra propia trayectoria desde quienes somos y queremos ser aquí y ahora. Porque si no somos nosotros mismos/as aquí y ahora, nos podemos preguntar ¿quiénes somos, cuándo y dónde?