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EVITACIÓN EXPERIENCIAL SI NO LO VEO, NO HACE DAÑO

Seguro que alguna vez has oído decir lo de “el remedio es peor que la enfermedad.” Pues resulta que es precisamente lo que ocurre con muchos problemas a los que nos enfrentamos en nuestra vida.

Con la mejor de las intenciones pensamos que evitar una situación, un pensamiento o una conducta determinada nos aportará satisfacción o que resolverá los problemas que tenemos, y al principio puede parecer que es así, pero a la larga nos encontramos con que acabamos teniendo dos problemas en lugar de uno: lo que ya conocíamos inicialmente y la necesidad de huir que hemos generado.

Donde encontramos esta evitación de forma muy evidente, es en aquellas personas que sufren algún tipo de adicción. La lógica interna de éstas sería: cuando consumo me evado de una realidad difícil y no pienso en mi sufrimiento. Un alivio momentáneo con un precio muy caro al final.

Esto también ocurre en situaciones mucho menos graves: la persona que cambia de conversación cada vez que se habla de un tema tabú, el que no tolera las discusiones y debe salir de la sala porque se pone nervioso, el que cambia de acera cuando hay un perro paseando en su dirección, o aquél que se queda encerrado en casa por no tener que enfrentarse a una situación social comprometida.

Se trata de un mecanismo de acción que se refuerza cada vez que lo utilizamos. Como quien se toma un medicamento siempre que se encuentra mal; al ver que efectivamente, la pastilla alivia los síntomas, la siguiente vez que comience a notar ese malestar irá corriendo a la farmacia; hasta que al final, no sólo generará una dependencia a este remedio, sino que se dejará de plantear que ese malestar podría tener algún motivo de existir, o que esconde una infección o alergia de las que, si no se tratan las causas, podrían dejar secuelas perennes.

El error es calificar una serie de emociones y experiencias internas como negativas y pretender vivir sólo lo que nos produce satisfacción; evitando el resto que nos incomoda, ya sea dejando de hacer cosas, utilizando fármacos o yendo al psicólogo con la esperanza de encontrar una solución instantánea e indolora. Poco a poco nos vamos volviendo más vulnerables y ciegos ante una realidad que tarde o temprano acaba estallando en las narices: que el sufrimiento es necesario para crecer.

Escrito por: Esteve Planadecursach

Psicólogo col. nº. 21.691