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ESTOY ESTRESADO-A

Llevo unos días que no paro, en el trabajo, en casa…, estoy estresado.

Las situaciones de nuestro día a día, los cambios que vivimos sean intensos o rápidos, nos obligan a adaptarnos constantemente. Muchas veces, debemos aumentar nuestro nivel de activación, poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptación.

A veces, los grandes cambios, como un despido de trabajo, la pérdida de un ser querido, una separación de pareja… nos llevan a vivir circunstancias intensas de la vida que nos producen estrés, a menudo estrés emocional.

Pero también los pequeños cambios que se producen de forma sostenida o rápida, algo bastante habitual en el trabajo, nos obligan a estar más alerta, más concentrados, a ir más deprisa, a tener más temas dentro de la cabeza,…

También los objetivos importantes que perseguimos o nos esforzamos en mantener pueden incluir excesivas tensiones que pueden llevarnos a sentir estrés.

Estrategias

Las estrategias para afrontar el estrés son el abanico de pensamientos y comportamientos que podemos utilizar para su gestión, forman parte de nuestras respuestas adaptativas. La forma en hacerlo depende de cada persona.

La mayoría de las veces nuestras respuestas adaptativas se producen con naturalidad y sin consecuencias. Es cuando podemos estar viviendo situaciones que nos producen un buen estrés, entendiéndolo como el que nos permite adaptarnos y progresar.

Otras veces, nuestras respuestas adaptativas deben afrontarse a circunstancias más intensas o prolongadas que pueden superar nuestras capacidades de resistencia y adaptación. Si esta situación se mantiene demasiado tiempo podemos acabar viviendo un mal estrés (también llamado distrés), pudiendo verse afectada nuestra salud física, mental y afectiva.

La paradoja del estrés consiste en que mientras es útil que en las fases iniciales nuestro organismo active las estrategias de adaptación, éstas se vuelven perjudiciales cuando se alargan de forma excesiva en el tiempo. Es esta situación de activación sostenida, la responsable de las alteraciones que pueden producirse tanto en el ámbito psicológico, en el orgánico, como en ambos.

También debemos tener presente que nos podemos estar acostumbrando a un cierto nivel de estrés que ya consideramos normal y que se nos pasa desapercibido, pero esto no quiere decir que a la larga no pueda estar perjudicándonos.

El ritmo biológico

Cuando hablamos de estrés también estamos hablando de ritmo. Por ejemplo, no es lo mismo tener que realizar ocho informes en un día que tener que hacerlos en una semana, la primera situación nos obliga a ir a un ritmo mucho más rápido, con más estrés, que la segunda.

El ritmo biológico es el ritmo de actividad natural de nuestro organismo. Todos tenemos claro que hay momentos del día en que nos sentimos más activos que otros, momentos de mayor actividad y otros menos.

El estrés puede acabar perturbando nuestro ritmo biológico, afectando así a las constantes biológicas del organismo. Es cuando aparecen los síntomas, orgánicos o psicológicos, que nos hablan de que algo empieza a no ir bien, como puede ser la excesiva fatiga, la irritibilidad, las alteraciones del sueño, la disminución de la concentración, así como trastornos digestivos, cutáneos,…

No debemos olvidar que la manera de afrontar el estrés depende en gran medida de las particularidades individuales, por eso alguien puede mantener de forma agradable o tolerable un determinado nivel de actividad diaria, mientras que para otro la misma actividad puede resultarle estresante. Así vemos que el ritmo biológico es individual y teniéndolo presente, huyendo de seguir modelos externos, nos ayuda a no alejarnos de nuestro nivel de bienestar óptimo.

Si dedicamos unos momentos al día a sentirnos, revisar nuestro estado interior, podremos detectar fácilmente nuestro nivel de estrés. Este pequeño gesto para reencontrar el contacto con nosotros nos ayuda a tomar conciencia del nivel de activación en el que nos encontramos y así poder decidir si ponemos en práctica alguna medida consciente para recuperar nuestro bienestar.

Sergi Palma

Psicólogo Col. Nº. 10621