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ES VERANO DESCONGELAMOS EL “TDAH”!

Actualmente el Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H), es el trastorno más diagnosticado a niños y adolescentes. Existe una presión social para que en la infancia se aprenda rápidamente y se haga al mismo ritmo.

El presente artículo pretende descongelar el sobrediagnóstico del TDA/H (visto como un trastorno con base genética que es necesario reconducir conductualmente y medicar), para abrir una nueva mirada hacia lo que puede significar una niña que tiene dificultades para escuchar o un chico que se mueve en exceso.

Muchos padres y madres manifiestan su preocupación por que su hijo/a tenga un buen rendimiento académico, haciendo referencia a la temida relación TDA/H- fracaso escolar. La hiperactividad e inatención, no bien entendidas y/o atendidas, hacen tambalear la vida familiar, escolar y social.

El diagnóstico realizado a través de cuestionarios que llenan padres, madres y maestros no son objetivos: cuando los padres hablan de sus hijos/as no hablan de sí mismos, no pueden tener una visión objetiva. Entregarse a la medicación puede ser más fácil para los adultos que hablar del sufrimiento psíquico interno, íntimo (propio y del hijo/a). Los niños/as se suelen manifestar (hiperactividad/inatención), y no les gusta medicarse. A los adultos nos puede tranquilizar mucho ver que, con la medicación, en ocasiones, los niños hacen cambios rápidos y mejoran el rendimiento escolar. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos tanto a la hora de diagnosticar este trastorno, como a la hora de decidirnos por un tratamiento farmacológico (cuestionado y con efectos secundarios nada saludables).

Nos podemos preguntar por qué un niño o adolescente no atiende, en lugar de pensar que es TDA/H y por eso no atiende. Nuestra atención tiene que ver con nuestro mundo interno (conflictos y acuerdos) y con el contexto: aprendemos en función de unas circunstancias, no somos los únicos actores en el proceso de aprendizaje.

Partiendo de que todo niño y niña es desatento e inquieto antes de los 7 años, cuando un/a niño/a no atiende o se mueve en exceso, caóticamente, está manifestando un malestar que hay que ayudarle a averiguar, poniendo palabras y emociones en la desconexión y la movilidad angustiosa.

Para poder hablar de TDA/H, es necesario que los síntomas se den en el contexto familiar y escolar, de forma mantenida, y que afecten al bienestar del niño, sus relaciones y su rendimiento escolar de forma significativa. Si es así, plantearemos un trabajo psicoterapéutico. En lugar de etiquetar, proponemos atender a la singularidad del sujeto, mirar las causas y entender qué sufrimiento hay detrás.

De base, la atención tiene que ver con sentirse un sujeto estructurado y único, contenido (así puedo escuchar a otro, mirar a otro, sin sentir que yo me desmonto). Después, existen varias causas que pueden provocar la inatención:

  • “¡No escucho porque ya lo sé!!”: atender implica reconocer que hay otro que sabe algo que yo no sé. Esto implica reconocer un déficit en mí. Hay niños y niñas y adolescentes que no pueden sostener este “no sé”, y sólo atienden a lo que les resulta fácil. Es necesario que les ayudemos a sostener el vacío, “no soy omnipotente”.
  • Si estoy en duelo, es adaptativo que no pueda atender a nada más que a lo que tenga que ver con la persona o situación que he perdido.
  • Si estoy angustiada, triste, tampoco puedo estar procesando lo que me dice el otro hasta que pueda calmarme y cuando soy niño/a, necesito ayuda para hacerlo.
  • “Está en la luna”: niños que se construyen y quedan en su mundo fantástico, por el miedo o dificultades de hacer frente al mundo real.

Y para leer a fondo qué le ocurre a un adolescente o niño hiperactivo, podemos pensar en lo siguiente:

Un bebé llora y si no hay quien realice la acción específica que cubra su necesidad (comida, mantita, agua, la mirada, un masaje…), en el momento concreto, el malestar insistirá y se volverá desesperando, llevando un movimiento cada vez más intenso. Así, hambre, sed, frío y también cualquier sensación o deseo le llevará a moverse en forma descontrolada. Por eso aparecen como niños que se llevan mal, cuando están desesperados por calmar los estímulos externos e internos que los asedian. (Beatriz Janin, Niños desatentos e hiperactivos Editorial: Noveduc).

Algunas de las causas de la hiperactividad son:

  • Me muevo mucho porque me ayuda a calmar/no sentir la angustia que siento. Estoy en constante tensión.
  • Forma de rebelarme en toda norma. Niños y adolescentes que no tienen interiorizadas las normas, por falta de límites y su movimiento caótico parece estar diciendo a gritos CONTENCIÓN.
  • Manera de expresar la tensión a la que no puedo poner palabras: el cuerpo habla.

Como vemos, este polémico trastorno es muy complejo. Propongo dejar de buscar una etiqueta que ponga nombre al malestar y mirar con nuestros ojos a nuestro niño/a interior y a nuestra hija, hijo.

¡¡¡¡¡¡¡Feliz verano!!!!!!!

Almudena Muñoz

Psicóloga (nº COPC 12812)

Terapeuta Gestalt de infancia, adolescencia y familias