Internamente todas las personas tenemos polaridades como la que se refiere a “el deseo versus el deber“, o entre “el autoritario y el mandato“. En la terapia Gestalt esta dualidad se llama “perro de arriba y perro de abajo” y es uno de sus temas centrales, ya que la lucha por el control que ejerce cada uno de los polos, en las relaciones con uno/a mismo/a y con las otras personas y realidad exterior, pueden dar origen a una gran dosis de sufrimiento psicoemocional.
El “perro de arriba” se crea a partir de la autoimagen idealizada. Es quien manda y funciona en términos de “Tú debes”. Se basa en la moral, las leyes, es nuestra voz crítica y la que nos mira desde arriba y nos dice lo que deberíamos hacer.
El “perro de abajo” se crea en el desprecio de nuestra imagen rechazada, es decir, al no querer aceptar lo que no nos gusta de nosotros mismos/as. Es el mandato y no expresa con claridad su “No quiero”. Es nuestra parte más impulsiva, flexible, que quiere tener una recompensa inmediata y se basa en nuestro placer y disfrute, en el “Yo deseo”.
¿Y entonces con que nos encontramos? Con una lucha entre el “yo quiero – yo debo”. ¿Y cómo salir de la lucha? Integrando las dos polaridades, buscando un punto en el que me sienta bien, entre lo que quiero y lo que puedo hacer: rebajando las exigencias excesivas del mandato, teniendo claro mi deseo, mis preferencias y en la negociación desaparece el sufrimiento. ¿Cómo puedo hacerlo? Estableciendo un diálogo entre los dos polos, entre lo que quiero hacer y lo que creo que debo hacer.
Cuando consigo estar en paz con los dos polos se puede abrir espacio para la acción creativa, para el vacío fértil, ese vacío donde hay sitio y luz para estar conmigo mismo/a, con las cosas que hago y con la relación con las demás personas y el mundo sintiéndome a gusto y libre.