El término gratitud proviene del latín gratia que significa agradecimiento.
A finales del siglo XX el estudio de la gratitud se incorporó al ámbito de la psicología positiva (Emmons y McCullough, 2003) dada la importancia de este concepto en la felicidad y bienestar de las personas. La gratitud según Watson y Naragon-Gainey (2010) tiene un efecto de protección para los trastornos mentales como la depresión o la ansiedad. También reduce las emociones negativas que resultan de la comparación y la autocomparación social por lo que es incompatible con la envidia y el resentimiento (Emmons y Mishra, 2011) y se correlaciona de forma positiva con la autoestima y la satisfacción con la vida. La gratitud junto a las cualidades de poder apreciar, percibir y saborear las experiencias de la vida se consideran factores determinantes para el bienestar de las personas (Martínez, 2006). Emmons y McCullough (2001) lo definen como “un estado afectivo cognitivo resultante de la percepción de haber sido beneficiado por un agente externo, de forma solidaria, desinteresada y gratuita”.
McCullough et al. (2001), plantean que la gratitud tiene tres finalidades. La primera de ellas como barómetro social, cuando las personas se dan cuenta de que hay otras que están dispuestas a ayudarles de forma desinteresada. Motivadora, sería la segunda, cuando vemos que las personas realizan acciones que nos favorecen, esto hace que nosotros nos sintamos agradecidos y realicemos acciones desinteresadas hacia otras personas. Por último, cuando agradecemos a una persona su acto, hace que desarrollemos una emoción positiva para beneficiar a otros. Según Emmons y Stern (2013) la capacidad de ser agradecidos puede manifestarse en nuestra vida de diversas formas, como un rasgo de nuestro carácter o como una emoción instantánea. De la misma manera la gratitud también va a actuar como barrera contra las emociones negativas y promoviendo estados de bienestar.
El estado psicológico en el que nos encontramos influye en nuestra salud
El bienestar físico y psíquico se ven afectados por los efectos positivos o negativos que tienen nuestros sentimientos y emociones (Oblitas, 2008). La potenciación y la práctica de la gratitud es muy beneficiosa para nuestro estado psicológico ya que nos aporta experiencias positivas como el bienestar, la felicidad, el cariño positivo y las conductas prosociales que actúan como una barrera ante las emociones negativas (Emmons y Stern, 2013), también nos alivia de los síntomas de la depresión (Seligman et al., 2005) y se relaciona de forma positiva con el optimismo, la alegría, y el entusiasmo (Watkins, Cruz, Holben y Kolts, 2003).
Las personas agradecidas solucionan mejor los problemas, rinden más en el trabajo, tienen más resistencia al estrés y mejor salud física como nos indican Park et al. (2004) en un estudio sobre la relación de las diferentes fortalezas y la satisfacción con la vida.
Hay estudios que muestran que la gratitud contribuye a la promoción del bienestar en la población joven. Freitas, Pieta y Tudge, (2011) indican que la gratitud tiene varios beneficios por lo que ésta debe ser desarrollada desde la infancia. Estos investigadores utilizaron una muestra de niños y adolescentes de 7 a 14 años con objeto de observar el desarrollo de la expresión de la gratitud. Su estudio se basó en comprobar si existían diferencias en función del género y si se desarrollaba en esta etapa de la vida. Los resultados que se obtuvieron fueron que la gratitud se expresa de forma diferente en función de la edad. En los niños menores de 11 años la expresión de gratitud estaría basada en el vínculo afectivo que se crea entre el beneficiario y el benefactor, esto no implicaría ni la reciprocidad ni la obligación. Los de 11 años en adelante son más propensos a considerar el punto de vista de su benefactor en sus respuestas, entendiendo que el resto de las personas no siempre tienen los mismos gustos, necesidades y valores que ellos. En cuanto al género no existen diferencias significativas en la expresión de la gratitud, a pesar de ser los niños más agradecidos por el objeto material y las niñas más agradecidas por las personas.
Para comprobar si la gratitud se relacionaba con el bienestar subjetivo, el apoyo social, la conducta prosocial y los síntomas físicos en la adolescencia temprana, Fron, Yurkewicz y Kashdan (2009) realizaron un estudio en el que propusieron que la gratitud se relacionaría de forma positiva con la satisfacción con la vida, el cariño positivo, el apoyo social y las conductas prosociales, todos ellos componentes del bienestar subjetivo. También se propuso que el cariño negativo y los síntomas físicos no se relacionarían con la gratitud. La muestra estuvo formada por 154 participantes de edades comprendidas entre los 12 y 14 años. El grupo participante indicó mayor bienestar subjetivo, optimismo positivo, con satisfacciones familiares, en la escuela y con la vida, conductas prosociales y apoyo social después de haber practicado la gratitud. La gratitud demostró una relación negativa con los síntomas físicos y una correlación negativa con el cariño negativo.
Las personas adolescentes con un nivel más alto en gratitud experimentaron más cariño positivo y menos cariño negativo indicando que igualmente uno como otro, tienen un papel importante en el agradecimiento, siendo ambos predictores de la satisfacción con la vida.
Las intervenciones mejoran el bienestar, pero también promueven actitudes positivas en el ámbito académico. Froh, Sefick y Emmons (2008) realizaron una intervención con una muestra de 221 estudiantes con una edad media de 12 años, con el objetivo de comprobar si la expresión de gratitud se relacionaba con el bienestar subjetivo. Los participantes realizaron una lista de sentimientos de gratitud. Los resultados fueron que los participantes disminuyeron el cariño negativo, aumentaron los niveles en satisfacción con la vida, experimentaron más gratitud y optimismo. También mostraron mayor satisfacción en la escuela. Con estos resultados demuestran que elaborar una lista de gratitud puede resultar beneficioso, produciendo bienestar personal y una actitud positiva en la escuela.
El experimentar intervenciones en gratitud en edades tempranas tiene múltiples efectos beneficiosos como la satisfacción con la vida y las fuertes relaciones familiares. En la escuela mejoran el rendimiento y aumentan el interés.
La gratitud es un factor de protección frente a las conductas de riesgo
Es útil para orientar la vida a apreciar lo positivo, y ayuda a desarrollar satisfacción con la propia vida, optimismo y conductas prosociales.
En los adultos más jóvenes, las intervenciones en gratitud han demostrado que disminuyen los niveles de estrés, proporcionando un bienestar físico, debido a que realizan más actividades saludables para la promoción de la salud. La gratitud aumenta la salud psicológica con una orientación positiva de la vida disminuyendo la depresión. Las personas que experimentan la gratitud tienen mayor calidad y cantidad de sueño, debido a que tienen más pensamientos positivos y menos pensamientos negativos. La gratitud tiene un impacto positivo en la memoria, con la reevaluación de los recuerdos pasados, produciéndose una pérdida de los malos recuerdos.
En las personas adultas jóvenes la gratitud mejora las relaciones personales, las personas agradecidas están más motivadas a actuar de forma prosocial, porque son conscientes de haber recibido un beneficio, se sienten más valoradas socialmente y dispuestas a ayudar a los demás, siendo personas amables y responsables. La gratitud al igual que ocurre con los adolescentes, en los adultos también sirve de factor de protección contra las adversidades, infortunios y conductas adictivas, orientando los pensamientos hacia otros acontecimientos más positivos y de agradecimiento.
Aumenta el uso de intervenciones en gratitud el hecho de sentir curiosidad, tener menos síntomas depresivos y ser mujer.
Una de las intervenciones con mayor éxito es la de escribir un diario de gratitud, se puede poner en práctica en todas las etapas de la vida, es fácil de hacer y su impacto es más duradero en el bienestar, sobre todo si se hace por iniciativa propia.
En las personas mayores, las intervenciones con gratitud consiguen que enfoquen sus vidas hacia lo que les es significativo y les causa placer, relacionando de forma positiva la gratitud y el bienestar psicológico.
La gratitud en las personas mayores produce cambios en sus prioridades y guía su comportamiento hasta conseguir un aporte emocional positivo, valorando a la gratitud como un aspecto positivo en su vida incluso en situaciones adversas. Al igual que en los adultos más jóvenes, la gratitud también tiene efectos beneficiosos sobre el bienestar subjetivo a través de la memoria autobiográfica con una reevaluación de los malos recuerdos pasados y del olvido de éstos. La gratitud se relaciona positivamente a estas edades con la satisfacción con la vida, reduciendo de forma significativa la ansiedad y la depresión.
Al experimentar gratitud la persona realiza una evaluación constructiva y positiva de las circunstancias de la vida y del futuro. Esta evaluación nos ayudará a apreciar más lo que tenemos y disfrutarlo. En definitiva, la potenciación de la intervención psicológica en gratitud y su práctica demuestran resultados positivos en adolescentes y en adultos, incrementando la satisfacción con la vida, la felicidad, el cariño positivo y el optimismo, tanto desde el punto de vista de mejorar la salud física como la mental y disminuyendo los efectos negativos como la depresión y la ansiedad, al mismo tiempo que demuestra una función social al mejorar las relaciones personales.
Así que, visto todos estos beneficios, te proponemos que empieces una práctica:
- ¿Qué puedes agradecer hoy?
- ¿Qué experimentas cuando expresas agradecimiento?
- ¿Puedes agradecer algo, incluso cuando vives situaciones adversas?
Observa qué sucede cuando, en una relación, agradeces algo.
¡Muchas gracias por vuestra lectura!