“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”
Montaigne (1533-1592)
«Tengo miedo a hacerme la revisión, la primera analítica ha salido bien, pero quizás la médica me esconde algo para no asustarme», piensa Nora en su casa.
«No quiero ir al instituto, me inquieta la opinión de los demás sobre mi aspecto, seguro que hoy también harán comentarios sobre mi ropa», piensa Robert mientras va camino hacia el metro.
«Todo el mundo dice que el próximo año será peor, no sé si saldré al trabajo. Si me quedo sin trabajo, ¿Qué haremos en casa? Si no tenemos dinero para pagar la hipoteca lo vamos a perder todo, nos quedaremos sin nada.»
«¡Este hijo mío si sigue así no hará nada en la vida! No sé cómo no se da cuenta de la situación, sólo pierde el tiempo con la música y sus amigos.«
«El personal está desmotivado, me preocupa que no lleven a cabo el nuevo encargo, no son conscientes de que ahora nos la jugamos«, le dice la directora al jefe de recursos humanos.
Quizás estoy enferma, quizás se reirán de mí, quizás pierdo mi trabajo, quizás mi hijo tendrá dificultades, quizás la tarea no se hará…piensan estos personajes. Se preocupan de situaciones que no están bajo su control, ya que nadie puede ocuparse de cosas que todavía no han llegado, o que dependen de la acción de otros. De la misma forma que no podemos rehacer una situación que ya se dio, no podemos prerealizar algo que todavía no se ha producido. A menudo cuando estamos preocupados no podemos diferenciar nuestra experiencia del pensamiento y la emoción, y éstos acaban teñiendo nuestra mirada sobre nuestras vivencias.
Nuestros personajes han olvidado que tenemos influencia en una parte de nuestra vida, la relativa al “YO”, nuestra conducta, nuestros pensamientos y emociones, pero que el control de los acontecimientos sólo es una fantasía omnipotente. Paradójicamente, abandonamos las acciones que sí son posibles y dependen del esfuerzo personal, como Nora, que evita ir a hacerse las pruebas médicas, o Robert, que evita ir al instituto. A menudo podemos observar cómo el miedo a la preocupación nos hace evitar lo que deberíamos afrontar cuando llegue el momento.
Te invito a que durante esta semana prestes atención a tus pensamientos: ¿te preocupas frecuentemente? ¿Cuál es el motivo de tu preocupación? ¿Qué actitud adoptas frente a tus preocupaciones? ¿Las alimentas con tu atención? ¿Evitas las situaciones que identificas con ellas? ¿Cómo reaccionas a las preocupaciones de los demás? ¿De qué puedes ocuparte en este momento?
La práctica que te propongo es observar en ti el efecto de la preocupación, reconociendo los primeros pensamientos, observar cómo resuena en tu cuerpo la preocupación y también las consecuencias que tienen para ti y para los que te rodean. Obsérvate.
Otra práctica es estar consciente de la preocupación y decidir apreciar si en tu momento está sucediendo o es una proyección dirigida al futuro. Entonces experimenta el momento presente tal y como es.
Si observas una tendencia a preocuparte, puedes centrar tu atención en el aquí y ahora, arraigándote en lo que verdaderamente está sucediendo. Centrado en tu círculo de influencia.