En busca de la felicidad
Seguramente todo el mundo nos hemos formulado alguna vez la pregunta de qué es la felicidad, en la que consiste ser feliz. ¿Es la felicidad la ausencia de dificultades? Está relacionada con el hecho de tener cosas, ¿cómo creía el rey Midas? ¿Tiene que ver con la suerte, lo que nos ha tocado vivir o con quiénes somos, lo que hacemos con lo que nos ha tocado vivir? ¿Se trata de vivir de forma hedonista, desde el placer?
Si recordamos cuando somos felices de forma auténtica, quizás encontraremos alguna pista por estos interrogantes. Ahora que el verano termina y la mayoría volvemos de las vacaciones, es un buen momento para replantearnos esta cuestión. Si disfrutamos mucho en vacaciones pero a la vuelta se nos cae el mundo encima, tenemos un problema serio. Si confundimos felicidad con placer también. Parece que la felicidad duradera tiene más que ver con quiénes somos y qué hacemos con nuestra vida que con los hechos que vivimos.
Martin Seligman, catedrático de Psicología en la universidad de Pensilvania, averiguó cuáles eran las fortalezas personales que contribuyen a una vida feliz.
La clave, en las fortalezas personales
Leyendo textos claves de las diferentes tradiciones religiosas y filosóficas, Seligman nos propone las siguientes fortalezas:
- Sabiduría y conocimiento: curiosidad, amor por el conocimiento y el aprendizaje, pensamiento crítico, mentalidad abierta, capacidad de juicio, creatividad, originalidad, inteligencia práctica, perspectiva.
- Coraje: valentía, integridad, perseverancia, diligencia, integridad, honestidad, vitalidad, pasión.
- Amor y humanidad: amor, capacidad de vincularse, simpatía, amabilidad, inteligencia emocional, inteligencia social.
- Justicia: lealtad, trabajo en equipo, liderazgo, civismo, equidad, deber.
- Moderación: capacidad de perdonar, autocontrol, prudencia, discreción, humildad, modestia.
- Espiritualidad y trascendencia: apreciación de la belleza, excelencia, esperanza, optimismo, previsión, propósito de vida, fe, sentido del humor, entusiasmo, gratitud.
A partir de aquí, se trata de reconocer las fortalezas más representativas de cada uno, y utilizarlas a diario en los diferentes ámbitos de la vida para conseguir gratificaciones abundantes y alcanzar la verdadera felicidad.
