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DONDE RESIDE LA FELICIDAD

¿Qué es la felicidad? No es fácil empezar este artículo buscando una respuesta a esta pregunta ya es una de las preguntas más formuladas a lo largo de la historia. Un montón de pensadores, filósofos y psicólogos han teorizado sobre ella y, a pesar de esta dificultad inicial, podemos estar de acuerdo en afirmar que podemos saber cuándo la sentimos. Si tuvieras que recordar un momento feliz de tu vida, seguramente te vendrá rápidamente una imagen, un recuerdo, una mirada o una frase que escuchaste. Pero, realmente… ¿dónde reside la felicidad? Hay muchas personas que creen que la felicidad no existe y que, en la vida, existen momentos llenos de felicidad ya que no siempre se puede ser feliz. ¿Y… si la felicidad no dependiera del qué, sino del CÓMO? Hay metáforas de la felicidad ubicadas en la sala de espera ya que uno de los argumentos frente a la afirmación de que la felicidad son momentos es postergar la felicidad en el futuro. Pensar que voy a ser feliz cuando encuentre un trabajo estable, una pareja que me ame o cuando llegue el viernes porque estamos a lunes puede ser una manera de reforzar esta creencia en lugar de cuestionarla.

Aunque hay montañas de libros de autoayuda sobre la búsqueda de la felicidad y, sobre todo, los ingredientes para ser feliz, hay que tener claro qué es y no es la felicidad. Tal y como afirmó Buda “No hay un camino a la felicidad, la felicidad es el camino” o Sócrates “El secreto de la felicidad está en la capacidad de disfrutar de menos”.

La felicidad es una sensación subjetiva de satisfacción y, a su vez, es una fórmula asociada al nivel de expectativas.

Sentirse satisfecho/a depende en muchas ocasiones del grado de expectativas que tenemos las personas. Muchas veces escucho valoraciones en función de la expectativa, no de lo vivido. Por ejemplo, ¿Cómo ha ido el viaje a Perú? le pregunta un amigo a su compañera de trabajo que acaba de regresar de vacaciones. Ostras… me lo imaginaba diferente y me ha decepcionado bastante. Si prestamos atención a esta respuesta, veremos que lo que nos dice no tiene que ver con su experiencia, sino con el contraste entre la realidad y las expectativas, fantasías o deseos depositados en el viaje.

En lo que también estaremos de acuerdo es que no nos hace feliz lo mismo a todos. Hay personas que disfrutan de una clase de tango, otras de una película en V.S.O.E. cuando el cine está vacío, otros cuidando la nieta los martes por la tarde u otros ligando en la barra de la discoteca. Este tipo de actividad genera dopamina en nuestro cerebro que nos impulsa al placer y a la recompensa. Estas actividades que despiertan bienestar en las personas también están asociadas a la edad, ya que las personas mayores suelen valorar la salud a diferencia de las personas adolescentes. En una conferencia sobre la felicidad, una de las personas asistentes ofreció esta afirmación sobre la felicidad que lo resume muy bien “Intentar ser más feliz es cómo bajar de peso. Consiste en comer menos y realizar más ejercicio. No hay dietas milagro. Con la felicidad ocurre lo mismo. Hay unas pocas cosas que se pueden hacer a diario y el nivel medio de felicidad irá subiendo”.

Según una macroencuesta realizada a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS), respondieron que los ingredientes para ser feliz están en tener compañía, estar bien psicológicamente, gozar de una buena salud física, tener autonomía personal, vivir en un ambiente agradable y tener una vida espiritual. Si nos fijamos en estos datos, el dinero no es un ingrediente destacado. Hay estudios que han analizado la relación entre la felicidad y la edad y, aunque se ha asociado la felicidad a la juventud, los estudios muestran que, a medida que las personas nos hacemos mayores, nos sentimos más felices y satisfechas.

Hay una leyenda que explica que, en una reunión de demonios, decidieron robar lo que consideraban más preciado de los seres humanos. Estuvieron de acuerdo en robarles la felicidad y, tras intensos debates para escoger el mejor sitio para esconderla, uno de los demonios tuvo claro que el mejor escondite serían ellos mismos porque estarían tan pendientes de buscar la felicidad fuera que se olvidarían de que la llevan en su interior.

¡Feliz viaje hacia la felicidad!