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COACHING PARA MADRES Y PADRES CON HIJOS/AS ADOLESCENTES

Hoy la neurociencia nos muestra la importancia del vínculo madre-padre-hijo en la configuración del cerebro y la creación de redes neuronales, y de sinapsis entre neuronas. También sabemos que el cerebro es de gran plasticidad y cambia en cada nuevo aprendizaje. Conscientes de esta posibilidad, como madres y padres debemos cultivar espacios de relación, de comunicación, de apoyo de sus sueños y proyectos y esto es una tarea de por vida.

Cuando los hijos y las hijas llegan a la adolescencia tienen una edad en las que ya son responsables de su conducta: deciden si estudian o no, si salen o no, cuando ven a sus amigos y sus hábitos.

¿Cuál es el papel como madres y padres en ese momento de su vida?

Como madres y padres, debemos ser conscientes de que seremos modelos en sus vidas, sea para imitar o para rechazar y por tanto, nuestros actos con ellos deben tener un propósito educativo.

En algunas ocasiones podemos victimizarnos por las conductas de los adolescentes: no han seguido nuestras indicaciones, quieren desafiarnos o hacernos daño, pero también podemos atribuir un significado diferente de las conductas de los hijos: han hecho unos aprendizajes determinados, necesitan hacer otros, ellos trazan ahora su camino y hacen sus errores y equivocaciones, que forman parte de su recorrido. Y nosotros podemos ser sus entrenadores en su vida.

La decepción y frustración que sentimos como madres y padres es nuestra responsabilidad.

Tiene que ver con nuestras expectativas, lo que esperamos de ellos y de ellas que a veces nos imposibilita para ver las suyas. También nuestros miedos son nuestra responsabilidad. La gestión de nuestras emociones pasa por nosotros como adultos.
Es importante ver también sus talentos, sus potencialidades, conocer cómo se imaginan su futuro y acompañarlos; en definitiva qué piensan de ellos y de ellas, ayudar a que descubran cuál es su proyecto personal y favorecer su desarrollo.

¿Cómo podemos acompañarles en su trayecto vital?

La comunicación basada en la asertividad, en la nuestra, nos ayudará en el camino. Habla con ellos desde la primera persona (yo en esta situación me siento de esta manera).

A veces como madres y padres confundimos las peticiones con las exigencias y órdenes.

Para mantener una buena relación, es necesario hablar, y sobre todo hay que escucharles, enseñar a escuchar y crear un clima a favor de la relación. Siempre es positivo expresar nuestra estimación hacia ellos, abrazarlos, darles besos y dejarnos amar también. Es necesario que aceptemos cómo se sienten y sus emociones y observar qué quieren comunicarnos, atienden de forma especial a la comunicación no verbal: sus gestos, el tono de voz, su postura corporal.

Debemos predicar con el ejemplo, mantener las decisiones que hemos tomado, poder rectificar cuando nos equivocamos, pedir perdón y expresarnos sin agresividad frente a los disgustos y el enfado y mostrar nuestra paciencia.

Es conveniente mantener alguna actividad común entre madres, padres e hijos, del tipo que sea, deportiva, doméstica o lúdica, esto nos servirá para crear el contexto de la relación.

De igual modo debemos mantenernos firmes en los criterios educativos, los límites son igual de necesarios, límites a las conductas violentas, a la presencia de drogas en casa, a los robos. Es necesaria seriedad y plantear acciones reparadoras cuando se han traspasado los límites fijados. En ocasiones, la mejor solución es una modificación en la convivencia. Debe poner el límite en el que no piensa tolerar y explicitar las consecuencias para ellos si lo hacen.