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AUTOESTIMA Y ADOLESCENCIA

Nacemos con sentimientos positivos de nosotros mismos/as y de bebés pensamos que somos maravillosos/as. Es sobre todo a través de los mensajes que de pequeños y pequeñas captamos de nuestra madre y de nuestro padre, como nos iremos creando una idea e iremos sintiéndonos de una u otra manera con nosotros mismos/as. Cada uno y una de nosotros haremos una traducción de los mensajes recibidos, es decir, que también cuenta cómo interpretamos el mensaje que padre y madre nos da y, por último, escogeremos del medio ambiente lo que refuerce los mensajes paternos y maternos. Es decir que la autoestima se compone básicamente de los mensajes paternos y maternos que interiorizamos de pequeños y pequeñas (y en un segundo lugar de situaciones y eventos que también nos pueden marcar) y de nuestra lectura (incluido el material de fantasía que podemos ponerlo).

Construimos una fuerte idea de nosotros mismos y no hay palabras ni hechos que nos hagan cambiar de forma inmediata nuestra autoimagen. Cuando hay aspectos que no nos gustan de nosotros y nos hacen sentir mal necesitaremos tiempo y a veces ayuda de un proceso terapéutico para asumirlos o cambiarlos.

La adolescencia es una etapa de la vida en la que nos preguntamos quiénes somos, cómo queremos ser y si nos gustamos. Y muchos padres y madres se preocupan por ver a sus hijos e hijas que parecen perdidos y perdidas, encerrados/as en sí mismos/as, enfadados/as con el mundo, rebeldes, con altibajos…

Hay algunas pautas básicas para que los padres y madres podamos reforzar los buenos sentimientos de los hijos e hijas:
  • Escuchar, reconocer y aceptar sus sentimientos (aunque no nos gusten)
  • Aceptarlo como es (fácil de decir ya veces no tan fácil de hacer de verdad pues nos puede recordar algo que no nos gusta de nosotros/as)
  • Hacer elogios descriptivos (no generalizados), como, por ejemplo: “Gracias por lavar los platos, me gusta cómo lucen”, en lugar de decirle: “Qué chico tan maravilloso eres, eres el mejor limpiador del mundo”
  • Ser sinceros con ellos y ellas
  • Utilizar mensajes “Yo” en lugar de mensajes “Tú”: “Yo estoy molesta por el ruido de la música”, en lugar de decir: “Tú eres un ruidoso”.
  • Darle responsabilidades, independencia y libertad a escoger. Los adolescentes necesitan reglas y algún espacio de su vida donde aprender a manejarse él mismo.
  • Ser un buen modelo pensando bien de nosotros/as y haciendo cosas por nosotros (teniendo nosotros una buena autoestima)
  • Escuchar sus mensajes negativos sobre sí mismo y no contradecirlo. El cambio debe venir de su interior. Acompañarle en el proceso.
  • Y como dice Arnold Beisser: “El cambio se da cuando uno se convierte en lo que es, no cuando intenta convertirse en lo que no es”.